EL GOBIERNO DE LA MAFIA EN EL CAPITOLIO
Aclaración del equipo editorial de Bandera Roja: Reproducimos este artículo, traducido al español por Francisco Jiménez (compañero que fue militante del PRT hace tiempo y que ahora está radicado en California) a partir del artículo de Evan Osnos, publicado en THE NEWYORKER. No compartimos la línea editorial del NEWYORKER, sin embargo, consideramos que este artículo, narrado en el lugar de los hechos el día de la toma del capitolio refleja muy bien el carácter del fenómeno y ayuda a comprender cual es el sujeto social que participa de las movilizaciones de ultraderecha. Por eso lo publicamos y recomendamos su lectura, sobre todo tomando en cuenta que se acerca el día del traspaso de poderes al cual Trump, según afirmó, no asistirá.
Cinco años después de que comenzara la era Trump, un asalto físico a los símbolos básicos de la democracia en Estados Unidos se siente impactante e inevitable
Por Evan Osnos, traducción de Francisco Jiménez
Dos horas después del asedio del Capitolio de los Estados Unidos, mientras otra bocanada de gas lacrimógeno flotaba sobre de los manifestantes; Sharon Krahn, una abuela de Dallas miraba con aprobación. “Nuestros congresistas deberían estar cagándose en sus propios pantalones. Deben tener miedo, porque se la tiran de muy elegantes “, dijo.” Sus trabajos son demasiado cómodos y su beneficio personal ha tenido prioridad sobre su sentido del deber” “¿Quizás todos empezaron con buen corazón, pero sabes? “Como el poder corrompe…” “Y nuestro gobierno es una prueba positiva de eso “.
Llevaba una bufanda a cuadros y un sombrero de lana gris, tachonado de lentejuelas. ¿Le pregunté si la violencia que estábamos presenciando no estaría yendo demasiado lejos? – “¿De quién es esta casa?”-Respondió. – “¡Esta es la casa de ‘¡Nosotros, el Pueblo!”. Si ellos hacen un mal trabajo, su jefe (el pueblo) se lo informa”. Dijo Krahn. Señaló con la cabeza hacia el Senado, donde los representantes electos ya habían sido evacuados a un lugar seguro. “No estamos contentos con el trabajo que han hecho”. Hizo una distinción entre la escena frente a ella y el dominio de los enemigos que llamó “Antifa y Black Lives Matter”: Esos grupos no tienen “ningún objetivo verdadero excepto la destrucción y la anarquía”.
El día había comenzado con otra perorata indistinguible del presidente: una improvisación abatida y engañosa sobre una elección robada en un mitin en el parque al sur de la Casa Blanca. Pero luego había cambiado. “Vamos al Capitolio”. -Dijo a la multitud. Una confederación sin máscara, una multitud de rebeldes, devotos, aburridos y amargados. “Vamos a intentar darles a nuestros republicanos. . . el tipo de orgullo y audacia que necesitan para recuperar nuestro país “.
Para cualquiera que haya estado en el Capitolio de los Estados Unidos, en ese momento, las escenas que siguieron fueron tan desquiciadas que tomaron un momento para asimilarlas.
En las dos décadas transcurridas desde el 11 de septiembre, gran parte de los terrenos aledaños del Congreso han estado rodeados por anillos de seguridad. Al momento de los hechos, cualquier sentido de control y seguridad se había ido… La turba rápidamente superó a la policía, rompió ventanas y forzó puertas. Una multitud nerviosa recorrió el Capitolio, asaltando las estatuas y saqueando en los escritorios de senadores y representantes. Rebuscaron en los cajones y blandieron su botín para los fotógrafos. Un hombre con un sombrero Trump de lana, con un pompón y un rictus de júbilo, se llevó un podio de madera tallada con el sello del Presidente de la Cámara.
En ese momento eran un grupo de cientos y de algunos miles, sin líderes. Un hombre se paró en la gran escalera este fuera del Capitolio, ondeando banderas de Trump. En lo alto de las escaleras, un hombre calvo con camisa blanca y corbata roja estilo Trump gritó por un megáfono: “Nuestro mundo está quebrado, nuestro sistema está quebrado!!”. Otro hombre en camuflaje al pie de los escalones le gritó: “¿Quién diablos eres tú?” El hombre (que aún no ha sido identificado) respondió crípticamente: “Soy un empleado federal”.
Un camión blindado del equipo SWAT, que a menudo se coloca al pie de las escaleras, había quedado abandonado en un mar de gente. Algunos de los manifestantes se pararon en el techo y colocaron un letrero en el parabrisas que decía “Pelosi es Satanás”. La policía estaba superada, desbordada en número y aparentemente insegura de cómo responder.
A medida que avanzaba la tarde, a las 6 pm, dio inicio el toque de queda anunciado por Muriel Bowser, la Alcaldesa de Washington, DC. Una camioneta de la policía, trató de dispersar a la multitud debajo de las escaleras del este del edificio, pero la multitud la arremetió contra la camioneta hasta que el conductor, conducida por un solitario policía, abandonó el intento. El tipo del megáfono seguía despotricando: “No permitiremos un nuevo orden mundial!” “ Si eres verdaderamente inocente, no tienes nada de qué preocuparte!”
Según la policía, una mujer que había estado dentro del Capitolio murió a causa de una herida de bala y al menos otras siete personas resultaron heridas.
Me acerque a un manifestante que agitaba a la multitud y empezaba alejarse al lado del edificio del Senado del Capitolio y me pregunto: “¿El neoyorquino?” Inmediatamente, de seguido me dijo: “¡¡Maldito enemigo del pueblo!!” “¡¡Debería romperte tu maldita cabeza!!
Hizo un esfuerzo por atraer a una multitud y emprenderla contra mí señalándome e instigando…: “¡Véanlo! ¡Ahí mismo con la máscara azul! ¡Enemigo maldito!! ” Pero la gente tenía otras cosas en mente y nadie se molestó en unirse.
Cinco años después de que comenzara la era Trump, un asalto físico a los símbolos básicos de la democracia en Estados Unidos se siente que sería impactante e inevitable. Ha sido la culminación de todo lo que se había estado construyendo desde 2015. ¿Qué más? ¿Había algo más que decir de él que no se había dicho ya? ¿Cuánto más oscura podría volverse su América en estos últimos catorce días? ¿La visión de un gobierno tan bajo, tan vulnerable, rompería el hechizo o lo intensificaría para otro crescendo de furia?
La presidencia de Trump entró en sus últimas semanas como en una extraña concatenación de causas: los agoreros y la milicia Oath Keeper, QAnon y Falun Gong. Los miembros del movimiento espiritual chino, prohibido por Pekín, están profundamente asimilados en el mundo de Trump y, mientras los alborotadores pasaban por el Capitolio de EE. UU., una caravana de automóviles exhibía carteles que anunciaban “Di no al Partido Comunista Chino del PCCh” y “Alto a la fuerza”. sustracción de órganos en China “. Una pareja pasó junto al letrero de sustracción de órganos y la mujer vio una resonancia en su causa estadounidense: “Mira, eso es a lo que no queremos llegar”.
En la chusma enardecida, se escuchó un cántico: ¡ESTADOS UNIDOS! ¡USA! ¡USA!
Cuando conocí a Krahn, una naturópata que opera un centro de salud, le pregunté ¿Usted piensa que la victoria de Trump había sido robada? “¡Absolutamente, sin lugar a duda!”-Respondió. ¿Por qué? –Pregunte– “Está bien”, dijo. Comenzó a marcar cosas con los dedos. “El recuento de votos cambia en la televisión. “Hay más votos que votantes”. Las cajas de boletas en blanco y, honestamente, probablemente la más grande es la negativa a auditar los votos…” “Porque, si esto fue justo, si esta fue una elección legítima, entonces deberíamos estar tranquilos…. Al igual que cuando entra el IRS (Oficina de impuestos), y audita mis libros, no me preocupo por eso…:”
Le pregunté: ¿De dónde ha sacado la noticia? A lo cual respondió: “Tienes que estar dispuesto a investigar.” “Así que yo no escucho los medios de comunicación.” Me gusta C-SPAN porque quiero que suceda y luego sacar mis propias conclusiones de ello.” “Me suscribo a La Gran Época, leo artículos de The New Yorker The Atlantic, leo el New York Times, leo el Wall Street Journal y escucho NPR ”. Y agregó: “No escucho a CNN y no escucho a Fox porque he perdido todo respeto por ellos. ¡Los odio a todos ellos! “.
Annalee, la hija de diecisiete años de Krahn, que llevaba un gorro de lana de Trump y leía un mensaje en su teléfono, se acercó con noticias, y dijo: – “Encontraron más de un artefacto explosivo en el edificio.” “ Mi hermana me acaba de enviar un mensaje de texto “. Su mamá se mostró escéptica. Y exclamó: “Creo que quieren asustarnos a todos y sacarnos de aquí”.
(Según los funcionarios públicos, el miércoles se encontraron al menos dos bombas de tubo, incluida una en el edificio que alberga las oficinas del Comité Nacional Republicano, y otra en el complejo del Capitolio).
Más o menos una hora más tarde, después de las cuatro, se corrió la voz entre la multitud de que Trump había publicado un video. Dos mujeres que habían volado desde Séneca, Missouri, se apiñaron alrededor de un teléfono celular para verlo. Sara Clark es dueña de una tienda de armas que fabrica AK-47 personalizados. Su amiga Stacie Dunbar es secretaria en un hospital. En la pantalla rota del teléfono de Dunbar, vieron el video de Trump, una producción apresurada aparentemente grabada en el Rose Garden. -“Conozco tu dolor, sé que estás herido”, le dijo a su multitud Donal Trump-. “Tuvimos una elección que nos fue robada.” “Fue una elección aplastante y todo el mundo lo sabe, especialmente el otro lado. Pero tienes que irte a casa ahora; debemos tener paz. ¡Debemos tener orden público!”
¿Qué piensas? –Le pregunté.
“No lo sé”- Dijo Clark. “No nos va a servir de nada darle una paliza a todos.: “Pero no perdimos!” “No deberíamos ceder!”.
¿Qué haces ahora? Yo pregunté. Clark redirigió la pregunta a su amiga… “No sé qué hacer, no tengo pensamientos, honestamente”, dijo Dunbar. “Estoy absolutamente perdida” “Estamos privados de derechos!” “Suena como si se hubiera rendido” ¡Nuestro presidente! “Sonaba como si se hubiera rendido. ¡Él cedió!”
¿Por qué? Pregunté. “Porque él no quiere que hagamos esto”, dijo Clark, señalando hacia el caos. “No quiere que nadie resulte herido. Eso es lo que dijo”, agregó Dunbar. Las lágrimas llenaron sus ojos. “Hice esto por mis hijos”, dijo. “Tengo un hijo en la Marina y Trump ha hecho más por nuestro ejército que cualquier otro presidente”.
¿Qué esperabas honestamente que sucedería al venir aquí? Le pregunté.
“¡Una victoria! Cuatro años más ”, –dijo Clark, con una risa triste.
¿Hablas en serio? – Pregunté.
“Sí, absolutamente”, dijo. “Quería que Pence hiciera lo correcto, pero Pence no lo hizo”, dijo Dunbar.
A medida que se acercaba la oscuridad, la policía disparó una serie de granadas de destello para ahuyentar a la gente que estaba en los balcones y escaleras. Un hombre corpulento con un megasombrero de color blanco estaba parado en un paso de peatones, viendo a la multitud comenzar a moverse rápidamente ante los gases… El hombre estaba feliz y decía: “Nos han enviado un mensaje y es claro… ¡Esto es suficiente!”, dijo. Se volvió para alejarse y agregó: “Por supuesto! ¡¡Si regresamos será con una milicia!!