Homenaje a Nahuel Moreno

28/01/2021
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Nahuel Moreno es el pseudónimo (nombre político) del camarada argentino Hugo Bressano Capacete

Homenaje a Nahuel Moreno en el 34 aniversario de su muerte

EL Partido Revolucionario de las y los Trabajadores de Costa Rica (PRT) reivindica orgullosamente la tradición histórica de la corriente trotskista que encabezó Moreno.

El mejor legado de Nahuel Moreno es que se plantó contra Michel Pablo, dirigente del SECRETARIADO UNIFICADO (SU) de la IV Internacional (y Posadas en Latinoamérica) que le capitulaban al estalinismo y al nacionalismo burgués en el mundo colonial y semicolonial; que batalló contra Ernest Mandel, en el SU, después, que le capitulaba a la ultraizquierda en los años´60 y´70, y a todas las direcciones pequeño-burguesas que dirigían procesos revolucionarios – también, dentro del SU-, contra la adaptación al estalinismo tercermundista del SWP norteamericano orientada por Hansen/Barnes-, y, por último, a finales de los años´70 y principios de los´80, contra Pierre Lambert y su adaptación a la socialdemocracia.

 

Críticas y batallas políticas -no sin errores y rectificaciones- que compartimos en sus grandes e importantes trazos. Moreno encabeza la corriente trotskista más principista de la Segunda posguerra.

 

También reivindicamos con orgullo el carácter obrero e internacionalista del trotskismo que impulsó Moreno, o sea, el objetivo estratégico de construirnos en la clase obrera y en sus luchas, y la construcción del partido en el marco de la Internacional, cuestiones centrales ya planteadas por Trotsky.

Pero hay algo más. El descalabro de la URSS, la restauración capitalista (Perestroika)-, en un marco mundial cuando se había agotado, y derrotado, el ascenso revolucionario en el mundo semicolonial de los 70 y principios de los 80 (Camboya y Laos en el sudeste asiático, Nicaragua y El Salvador en Centroamérica), la propia derrota del proceso abierto en Polonia en 1980/81, y a mediados de la misma década la derrota de los mineros ingleses y la derrota de los aéreo-navegantes en Norteamérica.

 

Lo anterior explica que no haya surgido una vanguardia “trotskizante” (o mejor dicho revolucionaria) -como decía y creía Moreno que iba a ocurrir- en esos procesos, con la cual empalmar para construir el partido revolucionario, corrientes de izquierda que sí habían surgido en procesos anteriores cuando la realidad e intensidad de la lucha de clases mundial era otra.

La corriente de epígonos autodesignados “morenistas” de finales de los ´80, (ya fallecido Moreno), con un aparato cuyo partido madre fue el otrora MAS argentino, cada vez más burocratizado y adaptado al electoralismo) promovió el voluntarismo y la exageración, reemplazando el análisis serio de la lucha de clases, sin tomar a ésta y al mundo como una totalidad dinámica, compleja, contradictoria.

De allí que el análisis objetivista mecanicista de la realidad (nacional y mundial) y la muerte de Moreno, se combinaron abruptamente, a finales de los ’80 y principios de los `90, llevando al estallido de la corriente “morenista”. Estallido que todavía continúa.

Finalmente, reivindicamos en muy alta estima los sanos métodos de Moreno para la construcción del partido revolucionario, donde no se expulsaba por diferencias políticas y se defendía la moral proletaria y partidaria.

Lenin, en un artículo de 1986, critica al POSDR ruso por la falta de libertad de crítica interna. Moreno recopila citas de Lenin, y allí se infiere que la crítica que realiza no sólo es para el centralismo burocrático, sino que puede ser extensible a todo partido centralista democrático, o sea, a los partidos revolucionarios -leninistas-trotskistas- que se construyeron bajo la presión del estalinismo en la Segunda postguerra.

Plantea Lenin: “El anatemizar o expulsar del partido no sólo a los antiguos economicistas, sino también a los grupitos de socialdemócratas que padecen de una ‘cierta inconsecuencia’, sería de todo punto absurdo… pero nosotros vamos todavía más allá: cuando tengamos un programa y una organización de partido, no sólo deberemos abrir las páginas del órgano del partido a un intercambio de opiniones, sino exponer sistemáticamente nuestras discrepancias, por poco importantes que ellas sean, a aquellos grupos o grupitos, como el autor los llama, que defienden hasta caer en la inconsecuencia ciertos dogmas del revisionismo y que, por unas y otras causas, insistan en su particularismo e individualidad de grupos. “Precisamente para no caer en las actitudes tajantes… con respecto al ‘individualismo anarquista’, hay que hacer, a nuestro juicio, todo lo posible -hasta llegar incluso a ciertas concesiones que nos aparten del hermoso dogma del centralismo democrático y del sometimiento incondicional a la disciplina- para dejar a estos grupitos en libertad de expresarse, para dar a todo el partido la posibilidad de medir la profundidad o la poca importancia de las discrepancias, para poder determinar, concretamente, dónde y en qué aspectos definidos se manifiesta la inconsecuencia” (V.I. Lenin: Obras Completas, ob. cit., tomo VII. pp. 110 – 111).

Y trece años más tarde, en 1916, en su artículo “Tareas de los Zimmerwaldistas de izquierda en el Partido Socialdemócrata Suizo”, Lenin aconsejaba: “Es justamente para que la lucha inevitable y necesaria de tendencias no degenere en rivalidad de ‘favoritos’, en conflictos personales, en mutuas sospechas y pequeños escándalos que todos los miembros del Partido Socialdemócrata están obligados a promover una lucha abierta sobre el terreno de los principios de las diversas tendencias de la política socialdemócrata”. (V.I. Lenin: Obras Completas, ob. cit., tomo XXIII, p. 145.)

Y más en lo político metodológico, compartimos plenamente el bagaje de Moreno: el rechazo a los sectarios que se niegan a intervenir en los procesos progresivos, porque dichos procesos no son químicamente puros como quisieran. Y también rechazamos a los oportunistas que confunden dichos procesos con sus dirigencias, capitulándoles a estas últimas de diferentes formas -o a los prejuicios democráticos y a las presiones sociales de las clases medias o pequeña burguesía-, y en función de eso revisan la teoría.

 

También, reivindicamos su esfuerzo permanente por el rearme teórico-programático (reconociendo los errores, y eso es muy importante) en las escuelas de cuadros; no tomando la teoría como un dogma sino como una guía para la acción.

Nos parece de fundamental importancia tener una base sólida desde dónde realizar críticas, y extraer lecciones de forma dialéctica, negando y conservando, para llevar adelante el rearme teórico-programático, porque, al decir de Hegel; todo avance parte de la negación. Rearme teórico más que necesario para un mayor desarrollo teórico-programático, en estos momentos de grandes desafíos y nuevos problemas que requieren de nuevas elaboraciones, con el método crítico y autocrítico, propio de nuestra corriente histórica.