(IV) A OCHENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY

27/02/2021
trotz

Bandera Roja está al servicio de la unidad de acción contra el Estado capitalista y sus agentes políticos y procura ser además una tribuna para el debate crítico y autocrítico del movimiento obrero – popular y la intelectualidad anticapitalista. En su sección de Opinión se publican artículos que no necesariamente reflejan la línea editorial del periódico digital, pero son contribuciones muy valiosas para la reflexión y el debate colectivo.

Reproducimos a continuación una serie de artículos publicados originalmente el año 2020 por el compañero Rogelio Cedeño Castro.

Cuarta Parte

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

 

EL GRAN CORRIDO A TROTSKY

Murió Trotsky asesinado

de la noche a la mañana

porque habían premeditado

venganza tarde o temprana

Pensó en México este suelo

hospitalario y grandioso

para vivir muy dichoso

bajo el techo de este cielo.

Por fin lo venció el destino

en su propia residencia

donde el cobarde asesino

le arrancó allí su existencia.

Un zapapico alpinista

este asesino llevó

Y al estar solo con Trotsky

a mansalva lo atacó.

Fue un día martes por la tarde

Esta tragedia fatal

que ha conmovido al país

y a toda la capital. “

 

En un día cualquiera, para ser más exactos, un jueves 22 de agosto de 1940, cerca de trescientas mil personas acompañaron los restos del líder revolucionario León Trotsky, por las calles de la Ciudad de México, marchando desde la Funeraria Alcázar hasta el crematorio, cuando la capital mexicana apenas si superaba el millón de habitantes. Esa presencia tan significativa de un gran sector del pueblo de México en los funerales de un revolucionario de tanta trayectoria, puesta de manifiesto también en la letra y en la música del “Gran Corrido a León Trotsky”, aparecido en esos días, dentro lo que es y sigue siendo un género musical que ha servido para narrar y contar muchos de los hechos más importantes de la historia del país “…”expresa -como lo pensamos- la reacción más generalizada ante la muerte de Trotsky en aquella parte de la población mexicana que estaba al tanto de los sucesos políticos del país y que se pronunciaba frente a ellos, podemos concluir dos cosas: la primera, que, a pesar de su aparente amplitud, la propaganda estalinista no convenció ni a los corazones ni a la conciencia política de quienes no estaban sindicalizados en la CTM ni militaban en las filas comunistas. La segunda, que la condena del asesinato por parte de estas personas no fue a pesar de eso apolítica: ni lombardista o comunizante ni trotskizante, esta condena expresa de hecho una posición política muy general pero muy clara: el apoyo a Cárdenas” (Olivia Gall opus.cit p. 361).

 

La vinculación entre la historia de la revolución mexicana y la revolución rusa de 1917 era de suyo evidente, se hacía muy notoria en la constatación de que así como Zapata era, para mucha gente del pueblo, el símbolo de la revolución mexicana, Trotsky representaba sin más a la “revolución rusa de octubre”, como bien lo destacó la socióloga e historiadora mexicana Olivia Gall en una conferencia que dictó, hace ya cinco años, con motivo del 75 aniversario del asesinato de León Trotsky; pues, si bien: “ Los mexicanos no sabían casi nada acerca de León Trotsky, pero a “Tata Cárdenas” lo conocían muy bien y seguían sintiéndose ampliamente representados por pensamiento y por su acción. Al igual que la manifestación masiva de adhesión a la expropiación petrolera (1938), la protesta masiva contra el asesinato de Trotsky significaba que gran número de ciudadanos diversos apoyaba a Cárdenas, sobre todo cuando se trataba de defender la soberanía nacional, ya fuera de los ataques de los imperialismos, ya fuera de la invasión política en la que Stalin incurrió al asesinar en México a Trotsky.” (Gall opus.cit p 361).

Los sentimientos de ese gran sector del pueblo mexicano. “ Lo que expresaban en su reacción varios cientos de miles que acompañaron el féretro de Trotsky, era la protesta contra el hecho de que Stalin o cualquier otro, se hubiera atrevido a poner en duda la situación de “país excepcional”, de isla de libertad, que México representaba dentro de la profunda medianoche en la que se hundía el siglo en 1940” (ibídem).