Editorial: ¡Basta de división del movimiento obrero y popular!
Con el muy adecuado pretexto de la pandemia, los avaros capitalistas, dueños de las fábricas, haciendas, comercios, bancos, han aprovechado para arrebatarnos una gran cantidad de derechos y conquistas sociales.
A pesar de que, con cinismo, el ministro de hacienda, Elián Villegas, a coro con el presidente Carlos Alvarado, presumen de que ya no hay déficit fiscal, sino superávit (es decir hay más ingresos que gastos en el sector público, a diferencia de lo que sucedía en la administración anterior); no tienen empacho, como lamebotas de la garrotera imperialista, de presionar por el rápido endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), deuda que pagaremos todos y todas las habitantes, incluso de futuras generaciones. Se muestran como lo que son: agentes del imperialismo yanqui, con máscara de “progres”.
La pandemia le ha quedado como anillo al dedo a los grandes capitalistas (evasores y elusores de impuestos y de cuotas de la seguridad social), los partidos de los ricos que ellos mismos dominan (para utilizar en su propio beneficio los distintos poderes del Estado): que utilizando esa excusa nos han arrebatado el derecho a huelga en el sector público y han congelado los salarios. También nos impusieron el combo fiscal que cargó pesados impuestos en las espaldas del pueblo, así como recortes en las pensiones, los fondos para vivienda, para la acción social y extensión universitaria de las universidades públicas en beneficio de las comunidades.
Mientras tanto, siguen reprimiendo con saña a vendedores ambulantes e informales, se hacen de la vista gorda de los grandes narcos que lavan dólares a montones todos los días, amenazan con desalojos a los empobrecidos habitantes de asentamientos informales, especialmente mujeres cabezas de hogar que tienen que enfrentar la dura tarea de buscar el sustento y cuidar a sus hijos e hijas en extenuantes jornadas de trabajo remunerado y oficios domésticos.
Esta es la Costa Rica de hoy día: pasamos de tener índices de calidad de vida aceptables en el pasado, por una serie de circunstancias y factores que no analizaremos acá, a la situación en la que estamos hoy: uno de los países con las mayores desigualdades sociales del mundo: el noveno lugar en ese triste ranking.
Esta brutal ofensiva de nuestros enemigos de clase, que ha golpeado fuertemente el bolsillo de la clase trabajadora y los sectores populares, encuentra un movimiento popular (obrero, campesino, de lucha por vivienda, de mujeres, ambientalista) completamente dividido y fragmentado: cada parte pelea por su propia agenda y sus reivindicaciones sectoriales o temáticas; sin percatarse que la lucha es global, total, y debe encausarse contra los opulentos ricos que son los que engendran cada vez mayor pobreza, degradación del ambiente, femicidios, violencia social y delincuencia.
Contra el sistema capitalista voraz, podrido, que se basa en la adoración de las ganancia monetaria de los ricos y punto, al precio que sea; sin consideración alguna del daño social que producen, del sufrimiento que ocasionan a las y los explotados: sobre todo a las mujeres, que recurren a salidas desesperadas: por ejemplo, la migración ilegal, en donde quedan expuestas ellas y sus hijos e hijas a peligros indecibles y todo tipo de violaciones a los derechos humanos; la trata de personas, con fines de prostitución o de explotación laboral; sin hablar de la cada vez más preocupante ola de femicidios.
Es hora de apartar las mezquindades. Invitamos a todas las organizaciones obreras, campesinas, populares, de lucha agraria y vivienda, feministas, ambientalistas, a la más amplia unidad de acción frente a semejante arremetida. Llamamos también al Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC), al Frente Amplio (FA), Pueblo Unido, Partido de los Trabajadores (PT), a todas las organizaciones de izquierda que se reivindican anticapitalistas (aunque tenemos importantes diferencias tácticas, estratégicas y programáticas) a crear, junto y de la mano de las más diversas organziaciones populares, una instancia unitaria para las luchas concretas en las que coincidimos, en aras de la unidad de acción para enfrentar a los grandes capitalistas que nos mal gobiernan.
En segundo plano debe quedar lo electoral. Desde nuestra perspectiva, es una trampa hecha a la medida de los dominadores. Si se participa o no en estas elecciones para levantar un programa independiente, obrero, popular campesino, femi-eco-socialista, es una cuestión secundaria, que habrá que valorar en algún momento, pero ahorita mismo, no se ven condiciones par utilizar la campaña electoral como tribuna para hacer denuncia y promover la movilización, como en algunas ocasiones, hemos hecho, en conjunto con otras organizaciones. Hoy lo fundamental es retomar la lucha conjunta en las calles.
¡No a la entrega del país al FMI!
¡Ninguna confianza en los partidos de los ricos y sus falsas promesas!
¡Solo el pueblo: salva el pueblo!
¡La lucha es en las calles!