La guerra en su fase más peligrosa y amenazante
Por Pedro Méndez
Ciudad de México, 25 de marzo de 2022
Ha llegado el momento en que la izquierda revolucionaria internacional tense todas sus fuerzas, pues la guerra ha entrado en una situación muy peligrosa. Aumenta la presión sobre el imperialismo por parte de la derecha y la ultraderecha a nivel mundial, especialmente dentro de Estados Unidos, para que el gobierno de Biden intervenga en forma más abierta y decidida a favor de Ucrania, mejor dicho, a favor del nefasto Zelensky, a quien han sacralizado y nombrado héroe mundial de la lucha por la libertad.
En efecto, esta semana fue aprobado una “ayuda” de Estados Unidos para el gobierno ucraniano por 14 mil millones de dólares para armamento y “ayuda humanitaria” y se ha prometido más apoyo en pertrechos y suministros. Asimismo, han amenazado a Rusia con intervenir si este país “utiliza armas biológicas o químicas”.
En el mismo sentido y como parte de este plan, crece la presión cuasi unánime contra Rusia por parte de los grandes medios a nivel internacional, colocando a Estados Unidos y a la OTAN en el papel de “salvadores” y a Rusia como el villano de la película, siendo que ambos son directamente responsables, quizá más aún EU y la OTAN. En este sentido, los medios desperdigan información en dirección a acelerar la intervención de la OTAN en forma más decidida (no olvidemos que solo tres consorcios controlan prácticamente las agencias informativas a nivel mundial transformándolas en centros de difusión doctrinaria).
Esta situación ha servido también para aumentar las sanciones contra Rusia –hasta llegar al ridículo de prohibir la lectura de autores como Dostoievsky o Tolstoi y alentando la lectura de una Ucrania Grande: Lesya Ukrainka— en medio de un ambiente de júbilo entre la derecha similar al de principios de este siglo cuando se preparaba la invasión a Afganistán y luego a Irak. Escenario en el que aparentemente EU vuelve por sus fueros logrando reactivar a la OTAN, sobre todo después que Macron le declaró la muerte cerebral y Alemania se había negado a aumentar su presupuesto armamentista. Hoy ambos países –los más poderosos de Europa continental—han anunciado un aumento de casi cien por ciento en su presupuesto de “defensa” y con ellos el resto de la Unidad Europea, casi todos pertenecientes a la OTAN.
Toda esta tramoya orilla a la población norteamericana y europea a ir aceptando una mayor intervención, y en un momento dado, hasta declarar situación de guerra que involucrará a más países. Juego en el que también ha entrado Rusia al amenazar con hacer que Bielorrusia ingrese tropas en Ucrania. Lo más peligroso es que de las palabras y amenazas pueden ir pasando a los hechos. Esto muestra que siempre es cierta esa ley que dice que todos sabemos cómo empieza una guerra, pero nunca sabemos cómo va a acabar.
Se dice que Ucrania puede ser el nuevo Vietnam
Si la resistencia a la invasión aumenta su fuerza la guerra tendrá dos posibilidades. La primera que se alargue colocando a Rusia en una situación cada vez más difícil, la segunda es que para evitar lo anterior el Ejército Ruso organice una ofensiva inmensa de tierra arrasada, lo cual aumentaría el riesgo de una mayor intervención de Estados Unidos y el peligro gravísimo de un desenlace termonuclear lo que representaría, ahora sí, el fin de la historia.
En este sentido, es necesario encaminar nuestra política hacia la denuncia del papel que juega y jugó el imperialismo sobre el origen del conflicto. Es decir, la guerra es consecuencia de una disputa entre las dos potencias por un mayor dominio del planeta. Estados Unidos por ampliar la OTAN al Este y animar a Ucrania a alinearse con la UE e ingresar a la OTAN.
Todo ello a pesar de las advertencias de gente como George Kennan –experto yanqui, ideólogo de la política de EU contra la Unión Soviética—quien calificó la expansión de la OTAN como un error estratégico de proporciones potencialmente colosales. Otro fue Thomas Friedman, el columnista de geopolítica más destacado de EU, que declaró que la intención de rodear a Rusia era el “proyecto peor concebido de la era posterior a la guerra fría”. En 2014 Henry Kissinger, argumentaba que Occidente debe entender que, para Rusia, Ucrania no puede nunca ser tan sólo un país extranjero. Estas y otras afirmaciones llevaron a varios analistas más a considerar que Ucrania debía adoptar el mismo status que Finlandia y abstenerse de ingresar a la OTAN.
La camarilla que gobierna Ucrania después de 2014, convertidos en lacayos del imperialismo, tomaron la decisión de aliarse a los EU en la política de rodear y ahorcar a Rusia por medio de la OTAN para lo cual reformaron la Constitución ucraniana y poder incorporarse a la OTAN.
Y sin embargo… resisten
Por otro lado, la resistencia de la población a los invasores va más allá de lo que todos esperábamos donde parece ser que los sindicatos están a la vanguardia del enfrentamiento a las tropas rusas. Y cuando los trabajadores se arman –en cualquier circunstancia—la situación adquiere un gran significado por las repercusiones que puede llegar a tener. Para empezar, hay que decir que es entre los trabajadores y los sectores más depauperados en donde menos simpatías goza Zelensky, por lo que podemos interpretar que este hampón no es visto del todo como el héroe que nos venden los medios del imperialismo. Habría que analizar cuál está siendo la reacción de los paramilitares de la ultraderecha ucraniana ante el armamento, por necesidad, de los trabajadores.
Por todo ello es que debemos iniciar una campaña económica de solidaridad con la resistencia ucraniana de trabajadores contra la invasión rusa.
Dicha campaña debemos combinarla con la denuncia de los planes de la OTAN de utilizar la guerra de Ucrania para hacer ganar grandes utilidades al monstruoso complejo industrial militar yanqui y secundariamente europeo. Por esta razón la consigna de fuera tropas de Rusia y de la OTAN me parece debe ser el centro de la política.
En el marco mismo de esta política es necesario señalar y denunciar la discriminación que sufren todos aquellos refugiados que no son blancos, a los cuales los voluntarios no dan comida ni pasajes gratuitos para huir hacia occidente como si lo tienen los blancos ucranios. En Polonia los grupos de extrema derecha que están haciendo campaña contra Rusia lo hacen también contra negros, brownies y amarillos, todos tercermundistas. Son verdaderamente un asco.
Nuestro mensaje debe dirigirse a la población norteamericana señalando la responsabilidad que han tenido los gobiernos desde Bush padre a Biden, especialmente este último, en una situación que coloca a la humanidad al borde del abismo. Hay que decir también que Putin y la actual dirección rusa son también responsables debido a su ambición por ingresar a la carrera por el nuevo reparto del mundo. Por eso apelamos a los pueblos de ambos países y del resto de Europa para que obliguen a sus gobiernos a sacar sus manos de Ucrania o nos encaminaremos al holocausto nuclear.
Tenemos que denunciar a Volodymyr Zelensky y la camarilla que domina a Ucrania por haber metido a las masas ucranianas en una guerra donde no tienen nada que ganar y si todo que perder.
Si la población se incorpora cada vez más a la resistencia, será más difícil para Rusia y Estados Unidos llevar a cabo sus planes. Unos de invadir y controlar a Ucrania, otros utilizar al pueblo ucraniano para sus fines de exterminio.