El verdadero problema social en Costa Rica son los salarios de hambre del sector privado

08/03/2020
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Hablemos de desigualdad salarial, está bien, ¡pero hablemos en serio!

La principal desigualdad está en el sector privado: ¡que las grandes empresas privadas publiquen sus ganancias!

El pasado 30 de octubre, el periódico La Nación S.A. publica un tendencioso artículo con el título: “UCR publica salarios: Docentes ganan hasta ¢1,5 millones por trabajar solo un cuarto de tiempo”. No vamos a negar que existe desigualdad salarial en la UCR, como existe en todo el sector público, sin embargo, no vamos a centrarnos a discutir aquí si un profesor catedrático de una universidad pública tiene o no derecho a ganar millón y medio por un cuarto de tiempo, eso lo podríamos ver quizá en otro artículo.

Sólo voy a acotar aquí al respecto que es urgente que se discuta el tema de la desigualdad salarial en la UCR porque esto afecta principalmente a las y los docentes interinos, que viven en precariedad laboral y en una zozobra constante sobre si habrá nombramiento el próximo semestre y si ese nombramiento será de un medio tiempo o de un cuarto de tiempo y si eso será suficiente para sobrevivir, por lo demás las y los docente en situación de interinazgo se quedan cuatro meses sin salario al año y tienen que ahorrar durante todo el año para poder sobrevivir esos cuatro meses de “vacas flacas”. En el mismo artículo se plantea que hay personas interinas ganando un millón de colones por medio tiempo, esto no es posible, probablemente están tomando, igual, de manera sesgada el dato de un profesor o profesora que le atrasaron los salarios quien sabe por cuantos meses y le está llegando de manera retroactiva, lo cual perjudica a la persona, porque le rebajan un porcentaje mayor del impuesto al salario, como si ese fuera su salario real, es decir, tras de que deben cobran. En otro artículo podríamos ampliar más también la cuestión de la precariedad laboral y el clima de ansiedad permanente que se vive trabajando de manera interina en una universidad pública.

Quería centrarme en este artículo en el tema de fondo, poner el dedo en la llaga, como dicen. Desde hace varios años existe una campaña sistemática para desprestigiar a las y los empleados públicos, con el argumento de que son una especie de “glotones” que consumen el presupuesto público y que los salarios que ganan son muy injustos. Cuando enarbolan este argumento compara los salarios de las y los trabajadores del sector público con los salarios de las y los trabajadores de la empresa privada. Y ciertamente existe una inequidad salarial entre un sector de la clase trabajadora y el otro. Pero lo que resulta odioso no son los salarios del sector público, sino los salarios que gana mucha gente en el sector privado. Cuando la mayoría de los alquileres, casi que, en cualquier parte del país, no bajan de 200 mil colones, es inmoral que el salario mínimo que publica el Ministerio de Trabajo para el año 2019, para un trabajador o trabajadora en ocupación no calificada (genérico) sea de ₡309. 143.

Eso evidentemente, no alcanza para que una familia sobreviva, en algunos casos habrá más personas que aporten al ingreso familiar, pero en muchos no. Por otro lado, es claro que en muchos casos, los salarios que se pagan en el sector privado están por debajo del mínimo legal, es el caso de muchos peones de construcción, de las empleadas (cuasi esclavas) domésticas, las personas que trabajan en seguridad privada, que trabajan 12 horas o más por un salario de hambre, los peones agrícolas. Por eso, el principal problema social en Costa Rica no son los altos salarios del sector público, que los hay y habría que trabajar sobre los casos específicos, sino los paupérrimos salarios del sector privado.

Lo único que es más obsceno que los miserables salarios del sector privado son las enormes ganancias de los dueños de las grandes empresas, incluyendo las empresas que se dedican a vender información y que tanta alaraca hacen por los salarios de las y los empleados públicos. La situación de la desigualdad mundial está ampliamente estudiada, según datos de la organización Oxfam, en su informe de 2018, en el mundo la desigualdad tiene dimensiones alarmantes: un grupo de unas 300 personas, mil millonarios y millonarias en dólares, tienen la misma cantidad de riqueza que el 50% más pobre de la población mundial, unos 300.000 millones de personas. El problema con la enorme desigualdad no es un asunto meramente ético, tiene implicaciones prácticas, tal y como lo plantea Göran Therborn, en “Los campos de exterminio de la desigualdad”, el problema con la desigualdad es que la desigualdad mata. La enorme acumulación de riqueza en pocas manos, como no hemos visto antes en la historia de la humanidad implica que enormes contingentes de personas no tienen nada o casi nada para suplir sus necesidades más básicas.

Costa Rica ha pasado de ser uno de los países más igualitarios de América Latina a uno de los países más desiguales del mundo en un lapso de 30 años. Tal y como señala Bernal Monge Pacheco en el Semanario Universidad en julio de 2018 y lo confirma Doble Check, según datos del Banco Mundial, Costa Rica está entre los países más desiguales del mundo; ocupamos el noveno lugar en desigualdad, por encima de México y por debajo de Ruanda.

Sin embargo, es difícil saber quienes concentran la mayor cantidad de riqueza, podemos presumirlo, pero es difícil saberlo con certeza: el secreto bancario y la falta de transparencia de las grandes empresas, los mecanismos de paraíso fiscal, entre otros mecanismos de ocultamiento dificultan la labor de investigación para poder determinar en donde se concentran los grandes capitales en nuestro país, los cuales por lo demás, se vinculan fuertemente con los capitales del resto de Centroamérica.

Usualmente, los grandes medios de comunicación en Costa Rica argumentan que está bien que no conozcamos cuánto ganan los grandes magnates de nuestro país, que es un asunto de seguridad, pero cuánto ganan los funcionarios públicos se debe conocer porque estos provienen de los impuestos que pagamos todas y todos. Es una verdad a medias, es cierto que los salarios públicos deben ser públicos, pero es falso que las grandes ganancias del sector privado deban esconderse. De donde provienen los salarios de las y los trabajadores públicos es muy claro, aunque sea algunas veces difuso si las grandes empresas en nuestro país pagan realmente todo lo que les corresponde en impuestos, por la enorme evasión y elusión fiscal, que según datos del mismo Ministerio de Hacienda ronda una cifra cercana al 8% del PIB.

Como trabajador interino, precarizado, estoy completamente claro que es necesario discutir la desigualdad salarial en la UCR, pero esto no implica recortar el presupuesto de las universidades públicas; también habrá que discutir la desigualdad salarial en la CCSS probablemente, pero esto tampoco debe implicar recortes en la salud pública. En el fondo, quienes se rasgan las vestiduras acusando de irracionales los salarios del sector público lo que pretenden es el sabotaje de las instituciones públicas que todavía permiten cierta distribución de la riqueza, porque también eso está comprobado, a nivel mundial, la importancia que tiene la inversión en salud y la educación públicas para cerrar las brechas de la desigualdad: ¡imaginen como estaría este país si no existieran la CCSS y las universidades públicas!

Pero la pregunta fundamental que hay que hacerse, no es de donde provienen los salarios de las y los trabajadores del sector público, sino más bien, ¿a cuanto hacienden las ganancias de las grandes empresas privadas y como contribuye esto con las metamorfosis costarricenses que nos coloca como el noveno país más desigual del mundo? ¿Cuánto gana, por ejemplo, Armando Mayorga, jefe de redacción de La Nación? ¿Cuánto se hecha a la bolsa mes a mes Manuel Jiménez Echeverría, presidente de la Junta Directiva del mismo medio de comunicación? ¿Cuáles son los ingresos de lo que El financiero denomina las “grandes familias empresariales costarricenses”: Durman, Quirós, Monge, Aizenman, Uribe, Picado, Jiménez y Oller, entre otros? El origen de la riqueza de estas 16 grandes familias empresariales no es un misterio: sus ganancias provienen de la explotación de la clase trabajadora del sector privado, esa misma clase trabajadora que está ahogada en deudas, que siempre anda corriendo detrás del cinco y siempre anda angustiada por llegar a fin de mes.

Ya la UCR abrió los datos al escrutinio de la opinión pública, ya La Nación S.A. hizo fiesta con los datos. ¿Cuándo podremos ver los datos de los ingresos de las personas que dirigen y son dueñas de las grandes empresas de Costa Rica, que tanto hablan de responsabilidad social, cuando no es de sus ganancias de lo que se está hablando? Esos son datos que no pueden seguir siendo un secreto, las personas explotadas y oprimidas de nuestro país tienen derecho a saber a dónde se va el fruto de tantas horas y horas de esfuerzo personal que dejan en las empresas en donde trabajan.