A OCHENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY.

04/02/2021
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Bandera Roja está al servicio de la unidad de acción contra el Estado capitalista y sus agentes políticos y procura ser además una tribuna para el debate crítico y autocrítico del movimiento obrero – popular y la intelectualidad anticapitalista. En su sección de Opinión se publican artículos que no necesariamente reflejan la línea editorial del periódico digital, pero son contribuciones muy valiosas para la reflexión y el debate colectivo.

Reproducimos a continuación una serie de artículos publicados originalmente el año pasado por el compañero Rogelio Cedeño Castro.

Primer acercamiento al tema.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

Mañana, 20 de agosto de 2020, se cumplen ochenta años del asesinato del líder revolucionario bolchevique León Trotsky (1879-1940), un lamentable y vergonzoso hecho criminal ocurrido en su casa de Coyoacán, en el sur de la ciudad de México, en una área geográfica que por entonces era todavía un tanto rural, donde residía desde el mes de marzo de 1939, ejecutado por uno de los agentes estalinistas enviados desde Moscú: tal fue el caso de un catalán de nombre Ramón Mercader, quien se hizo pasar por Jacques Mornard, uno de los alias que adoptó para poder acercarse a la casa donde vivía el líder revolucionario, dentro de lo que fue un crimen ordenado desde el Kremlin por José Stalin, y ejecutado con la complicidad del Partido Comunista Mexicano como de la del conocido líder sindical Vicente Lombardo Toledano, convertido por entonces en el brazo ejecutor más importante de las políticas estalinistas en México, incluso por encima del PC mexicano, tal y como lo demuestra, de manera fehaciente, en su extraordinario libro “TROTSKY EN MÉXICO y la vida política en tiempos de Lázaro Cárdenas (1937-1940)” Ediciones Era, Segunda Edición México 2012, la historiadora mexicana Olivia Gall. Este crimen traicionó los principios de la hospitalidad y el derecho de asilo, tan celosamente cultivados por la administración cardenista, siempre en solidaridad con la Segunda República Española, durante y después de la guerra civil 1936-1939, acogiendo a una gran cantidad de exilados republicanos españoles que se encontraban en Francia, al concluir la guerra civil, como también a innumerables perseguidos por el fascismo en la Europa ocupada por los nazis, después de junio de 1940. Es por ello que el presidente Lázaro Cárdenas, que había otorgado el asilo político al perseguido líder revolucionario, durante el mes de diciembre de 1936, a petición del pintor Diego Rivera, y de un importante grupo de dirigentes de la corriente trotskista del marxismo mexicano, entre ellos Octavio Fernández.

Ante la gravedad de los hechos el presidente Lázaro Cárdenas expresó su malestar ante el brutal crimen cometido en Coyoacán, pocos días después, concretamente el día 29 de agosto, en los siguientes términos. “El Partido Comunista, al igual que todas las agrupaciones políticas en nuestro país, ha gozado bajo nuestro gobierno de la libertad y el respeto por sus integrantes (…) y por sus doctrinas (…) (pero) queremos que quede claro que si éstos (los comunistas) han considerado que es útil para sus intereses abandonar el terreno de la cooperación con los trabajadores organizados de México en vista de su desarrollo progresivo y de su defensa sindical, y se han aliado con un poder extranjero que representa una agresión a la soberanía del país, al organizar asaltos a mano armada, unidos a elementos mexicanos y extranjeros, y al cometer atentados que deshonran a la civilización y ponen en duda la capacidad del gobierno y del pueblo mexicano para mantener, en la propia capital de la República, un estado de seguridad y de tranquilidad para los ciudadanos que en ella viven, estos elementos(del PCM) han cometido el delito de traición a la patria, han prostituido sus doctrinas de redención y de progreso proletario, han herido al país poniéndolo en evidencia y, de esta manera, han cometido un crimen que la historia censurará como algo indigno para el que lo inspiró y para aquellos que lo perpetraron y que colaboraron a su éxito…

El piolet asesino de la GPU se volteó así contra el PCM” (Olivia Gall, op.cit p.p. 357-358). Así de categórico y sin ambages fue el presidente mexicano Lázaro Cárdenas para señalar la traición a la hospitalidad mexicana cometida por el PCM, con la complicidad de Vicente Lombardo Toledano, y otros que como el pintor David Alfaro Siqueiros, participaron incluso en el atentado armado contra la casa de León Trotsky, en la noche del 24 de mayo de 1940, como parte del asedio que se mantenía contra el fundador del Ejército Rojo.