CARLOS ALVARADO RESULTÓ MÁS PAPISTA QUE EL PAPA
Por Manuel Sandoval
Hace un año, Luis Paulino Vargas y un grupo de economistas ligados al Frente Amplio, se reunieron virtualmente en tres ocasiones con el Presidente para hacerle propuestas tendientes a la reactivación económica del país. Después de la última reunión, Luis Paulino circuló una nota en las redes, señalando que no iban a buscar otra cita, porque el Presidente estaba cuadrado en posiciones neoliberales intransigentes.
Sería subestimar al equipo del Presidente y el círculo de empresarios que lo rodea, atribuir a incapacidad de su parte, la ausencia hasta el momento de un plan coherente para la reactivación económica del país. La explicación de fondo apunta más a lo que señaló Luis Paulino.
Es muy reveladora al respecto, la entrevista del periodista Esteban Oviedo que aparece publicada en La Nación del viernes 7 de mayo.
Por la insistencia del Presidente, en el Informe de Labores ante la Asamblea Legislativa, de que se deben aprobar los proyectos de austeridad fiscal y los nuevos impuestos pactados con el Fondo Monetario Internacional en esta legislatura, para darle oportunidad de responder a la crítica de algunos sectores de la burguesía de que no se está impulsando la reactivación económica del país, el periodista le pregunta: “- ¿Puede haber reactivación económica sin saneamiento de las finanzas públicas?”, a lo que el mandatario responde: “- Suena muy bonito, pero es una quimera. Es como querer construir un edificio en medio de un temblor; primero debe estar el piso firme, debe haber certeza. Por eso en el discurso menciono que es irresponsable hablar de restauración e ignorar políticamente la estabilidad. Es muy bonito, es un discurso lindo, pero es puro populismo y es vergonzoso, es vergonzoso”.
Ya el año pasado habíamos señalado que ante la crisis fiscal, agudizada por la recesión que provocaron las medidas de confinamiento frente a la pandemia, la salida que manejaban los sectores más poderosos de la burguesía costarricense, era un recorte brutal del gasto público y aumentar la carga impositiva sobre los sectores medios y populares. Lo interesante de la posición del Presidente, un año después, es que sigue aferrado a esta salida milagrosa a todos los males del país. Lo que no es tan raro, porque es la única política posible para mantener la evasión fiscal de los grandes empresarios.
Esta es la misma política que le recetaron el FMI, la Banca Mundial y la Banca Central Europea a Grecia en el 2010, para amarrar este país al pago de la deuda con la banca internacional; y Grecia aún no se recupera de la depresión a la que la lanzaron; peor aún, por el retroceso de la pandemia, le vaticinan décadas de más sacrificio fiscal y pobreza generalizada.
Tan desastrosa fue esta receta tradicional de los organismos financieros internacionales para los países de la periferia endeudados, que en el discurso que hoy en día manejan ante la recesión disparada por la pandemia, insisten en que la austeridad debe estar acompañada de la inyección de recursos para reactivar las economías y, algo nuevo, “consensuar” el tratamiento con los actores sociales. Un discursito engañoso que hizo que los burócratas sindicales fueran a arrastrarse detrás de la delegada del FMI a las negociaciones con el gobierno de Carlitos Alvarado a finales del año pasado en torno al préstamo stand by para darle respiro a la deuda pública.
Este cambio de política del FMI (aunque más en el discurso que en los hechos) tiene que ver con algo muy simple: no se puede reducir brutalmente la capacidad de consumo de la población y hundir el mercado interno, sin provocar más recesión y reducir la capacidad del Estado para financiarse descargando la carga tributaria sobre los sectores populares y medios. Por el carácter predatorio que ha tenido la inversión capitalista en África, con una terrible destrucción ambiental y empobrecimiento masivo de la población, el año pasado los organismos financieros internacionales tuvieron que hacer una moratoria temporal del pago de la deuda. Podría resumirse la política actual del FMI, diciendo que hay que apretar la cuerda del condenado, pero no como para ahogarlo. Algo difícil, evidentemente.
Con la receta griega no hay manera de encadenar un país al pago de la deuda pública, mantener la estabilidad macroeconómica (tipo de cambio y otros factores) y garantizar un funcionamiento del Estado adecuado para el desarrollo de las grandes empresas capitalistas. Ni que añadir, que los estallidos populares en varias latitudes del globo antes de la pandemia, y ahora el levantamiento colombiano, son una clara advertencia (que no escapa a los organismos financieros internacionales ni al último informe de la CIA al presidente Biden sobre el estado del mundo en medio de la pandemia), de que puede haber un salto en estas luchas que lleve a la emergencia de un gobierno de las masas sublevadas.
Carlitos, sin embargo, resultó más neoliberal que las gentes de los organismos financieros internacionales. Luis Paulino no se equivocaba. Su receta es a la griega.
Nosotros señalamos en una nota de hace un año, que la posibilidad de reactivar la economía costarricense era a través de incentivar el mercado interno, con la inversión de las reservas y recursos de las instituciones públicas y los fondos de la seguridad social para construir masivamente obras públicas: hospitales, escuelas, carreteras, etc. Que el Estado debía asumir esta inversión directamente, sin las concesiones fraudulentas que se hacen a grandes contratistas privados. Elián Villegas, el ministro de Hacienda, sigue echando mano de estos fondos para mantener el juego de pirámide de la deuda pública. Esa es la política de este gobierno. Comprometer los fondos de la seguridad social y sangrar a los sectores medios y populares para para seguir inflando este globo de metano inflamable.
En estos tiempos de pandemia y recesión internacionales el país no se va a levantar, ni con la austeridad de Carlitos, ni apostando a inversión extranjera gracias a la destrucción del salario mínimo con la flexibilidad de la jornada, la minería de cielo abierto y la entrega de empresas públicas como el ICE.
Mientras en este país no sigamos el ejemplo de las masas chilenas y colombianas, la burguesía sólo nos va a recetar más pobreza y destrucción de las conquistas sociales que garantizaron un nivel de vida superior al del resto de Centroamérica.