Declaración: Fuera manos de todos los imperialismos del territorio ucraniano
No a la guerra entre pueblos hermanos en Ucrania
Ni Putin ni Biden ¡Alto a la guerra de rapiña interimperialista!
Paz y autodeterminación para los pueblos del mundo
Por la hermandad de los pueblos eslavos y una federación socialista obrera, popular y democrática
Declaración del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores
Ante el hecho consumado del inicio de la guerra en Ucrania, cuando hoy el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció “operaciones militares especiales” y llamando a los soldados ucranianos a deponer las armas; hacemos un enérgico llamado a todas las organizaciones de izquierda anticapitalista a unirnos en un tenaz esfuerzo internacional en contra de la guerra imperialista, que no es otra cosa que una disputa entre grandes mafias corporativas que se enfrentan por el control de los recursos y los mercados, que coloca la posibilidad, de manera muy concreta, de un conflicto armado en Europa que podría ser el preludio de una Tercera Guerra Mundial. Ya no se trata solamente de la supuesta defensa de los territorios ruso parlantes de la zona del Dombast, territorio en conflicto desde el 2014; sino que las tropas rusas avanzan sobre territorio ucraniano desde varios puntos, acercándose incluso peligrosamente a Kiev, la capital ucraniana.
Una de las formas en las cuales Estados Unidos ejerce, o intenta ejercer, su hegemonía en decadencia es a través de la OTAN, organismo político militar que se ha ido ampliando hacia el este, incorporando cada vez más territorios y países que anteriormente, o eran parte de la antigua URSS o estaban bajo su égida, como Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia y Lituania, las cuales se incorporan a la OTAN en el 2004. Pero dado que la crisis económica cada vez más acuciante genera una agudización de las tensiones y los conflictos, en este momento, todo el corredor entre el Este y el Oeste de Eurasia está en feroz disputa: desde Asia Central hasta los países bálticos, por la rebatiña entre EE. UU., junto con la OTAN (que los yanquis comandan, no sin fisuras internas, sobre todo con Alemania) y Rusia con China, alianza más sutil y sigilosa, en este último caso. Precedido por la brutal represión del títere ruso Lukasenko a la rebelión en Bielorrusia y la revuelta en Kazajistán, detonada por el aumento del gas, que puso contra las cuerdas al régimen: hoy se desata el conflicto en Ucrania, al rojo vivo, entre Rusia y Ucrania, por el control de ese territorio estratégico y el gas natural.
El conflicto en Ucrania es complejo, pero en el fondo, lo que refleja es la disputa interimperialista por recursos y por mercados, como efecto de la crisis económica; de particular importancia, el negocio del gas, el 40% del gas europeo proviene de Rusia, el 85% del gas que exporta Rusia lo hace hacia Europa. No es casualidad que este conflicto militar de gran envergadura, algo no visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, se desate justo en el mismo momento en que se termina de construir el gasoducto Nord Stream 2, al que Estados Unidos se opone porque considera que aumenta la dependencia de Europa, sobre todo de Alemania, con Rusia. El Nord Stream 2 duplica la capacidad de la empresa rusa para trasegar gas hacia Europa, evitando el paso por Ucrania, por donde tradicionalmente ha pasado el gasoducto. Entonces, sin dejar de lado la cuestión geopolítica y la importancia que tiene para Rusia la salida al Mar Mediterráneo pasando por el Mar Negro y por el Estrecho del Bósforo, razón por la cual Rusia se asegura la base militar de Sebastopol, en Crimea, durante el primer conflicto en 2014; así como la salida al Mar del Norte, en el fondo, también hay una disputa económica profunda.
Aunque la OTAN todavía tiene una respuesta difusa, solamente han amenazado con intensificar las sanciones económicas contra Rusia, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha declarado la ley marcial y ha afirmado que la invasión rusa podría desatar un conflicto de gran envergadura en Europa. Es claro que la guerra en Ucrania responde a los intereses de las grandes empresas capitalistas, sean estas rusas u occidentales, las tensiones imperialistas, tal y como hemos advertido en anteriores documentos, terminan, comúnmente, en conflictos militares.
Pero esta no es una guerra de la clase trabajadora y los sectores populares, que son convocados a morir en la guerra en uno u otro bando, con el enervamiento del nacionalismo reaccionario, como carne de cañón, pero que cuando la guerra culmine, si es que sobreviven, deberán volver a la misma esclavitud de la clase asalariada, probablemente en condiciones más dramáticas que antes de la guerra. La clase trabajadora no tiene patria, las luchas obreras no tiene fronteras. Es necesario que la clase trabajadora, tanto en Ucrania como en Rusia apunten los fusiles en otra dirección: hacia la clase capitalista que los explota y los oprime.
Como la perspectiva de que escale el conflicto es alta, pues es probable que la OTAN responda también militarmente ante la intervención rusa en Ucrania, pues el ejercito ruso avanza hacia la capital ucraniana, las organizaciones revolucionarias debemos preparar cuanto antes un encuentro contra la guerra interimperialista, la única solución a la guerra imperialista, que amenaza con destruir el planeta en un conflicto militar con tecnología nuclear y que empuja a la humanidad hacia la barbarie, y posiblemente a la extinción, es una poderosa organización internacional de la clase trabajadora.
Sólo la revolución podrá detener la locura de la guerra a la que nos conduce el sistema capitalista mundial, sus principales líderes e instituciones burguesas internacionales. Solo la clase trabajadora, en coordinación con los sectores oprimidos y excluidos, pueden ofrecerle una esperanza a la humanidad, frente a la barbarie.
El primer paso, es condenar la guerra, llamando a la clase trabajadora de los países en conflicto a no apoyar a la burguesía de sus respectivos países en la carnicería hacia la que nos conducen. Como los zimerwaldianos de izquierda, durante la Primera Guerra Mundial, debemos denunciar enérgicamente el carácter capitalista y antisocialista de esta guerra. Todo movimiento que surja de las consecuencias de la guerra debe ser transformado en movilizaciones contra los gobiernos, demandas de huelgas económicas y, en donde sea posible, transformar esas huelgas en luchas políticas.
Ni Rusia, ni la OTAN, ni China ni Estados Unidos
Fuera potencias imperialistas de Ucrania
Por la autodeterminación de los pueblos
No más ultranacionalismo reaccionario
¡Viva la lucha de clases!