Historia del Partido Revolucionario de las Trabajadoras y los Trabajadores

29/05/2018
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El 11 de septiembre de 1976 se funda la Liga Comunista Internacionalista (LCI), en la que convergen una serie de jóvenes, de la generación de los setenta, de distintas procedencias, que empiezan a reivindicar el trotskismo y se vinculan al Secretariado Unificado (SU) de la Cuarta Internacional. La fecha de fundación no es casual, pues la vinculación al trotskismo, de la recién fundada LCI, está estrechamente relacionada con el balance que el grupo hace de la trágica experiencia de la «vía pacífica» al socialismo que condujo al callejón sin salida del terrorífico golpe militar de Pinochet en Chile, acaecido exactamente 3 años antes.

Poco tiempo después, el 12 de febrero de 1977, la LCI realiza su primer Congreso y luego de una intensa deliberación, cambia su nombre por el actual PRT y decide adherirse a la corriente interna del SU: la Fracción Bolchevique (FB), encabezada por el dirigente argentino: Hugo Bressano Capacete (fallecido el 25 de enero de 1987), más conocido por su seudónimo de Nahuel Moreno. Luego, en 1979, el recién nacido PRT vive la prueba de fuego del apoyo militante a la Brigada Latinoamericana de combatientes Simón Bolívar, organizada por la FB, a la que no solo aportó logística y combatientes, sino que además tuvo un papel destacado en la liberación de Bluefields en la costa atlántica nicaragüense.

De manera que el PRT propiamente nace en 1977, no sólo porque en esa fecha adopta su nombre actual, sino porque en realidad es a partir de ese momento que somos parte indeleble de la corriente internacional que en 1982 se convierte en la Liga Internacional de las y los Trabajadores –IV Internacional, lo que nos permite aprender en un marco y una práctica internacionalista sólida, pese a las múltiples adversidades y limitaciones con las que surgimos. Limitaciones porque las y los fundadores estaban muy lejos de tener experiencia en el movimiento obrero y popular; y adversidades, porque en esos tiempos ser trotskista era un “pecado mortal” para la izquierda tradicional copada por el estalinismo.  Así pues, nacimos sometidos a las más severas condiciones de aislamiento y a todo tipo de ataques y maniobras por parte de los aparatos burocráticos.

Pero buena parte de nuestro bagaje y nuestras defensas provienen justamente de la corriente llamada morenista, la que orienta al puñado de jóvenes estudiantes inexpertos-as que fundan al Partido a esforzarse de manera consecuente por encontrar el camino hacia la clase obrera y los sectores más oprimidos, educados en un método leninista y la defensa de una moral revolucionaria a toda prueba.

La muerte de Moreno, antecede a los complejos fenómenos que modifican profundamente el marco mundial, en virtud del proceso de restauración capitalista que inicia en 1989 con la caída del Muro de Berlín, procesos que la dirección de la LIT interpretó de manera completamente equivocada.  La corriente se disgrega entonces, azotada la crisis, acelerada por la adaptación al electoralismo, a los aparatos sindicales y en general por el oportunismo de la dirección de la LIT de los noventa, proceso que se ha pronunciado hasta la fecha.

En ese entonces, durante la década de los noventa, el PRT hace parte de la Tendencia Bolchevique Internacional (TBI), y luego es fundador en 1994 de un pequeño agrupamiento internacional, con desviaciones opuestas: sectarias y ultraizquierdistas (como reacción desproporcionada a la desbandada y el oportunismo prevaleciente): el Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo -CITO- (hoy disuelto). Sus remanentes reingresaron a la LIT, junto al PRT (el PRT en condición de sección simpatizante) en su IX Congreso y 4 años después, poco después del X Congreso de la LIT, fuimos expulsados burocráticamente, básicamente por nuestro ideario feminista socialista y nuestras críticas a la construcción aparatista del PT en Costa Rica.

Posteriormente, tratando de superar nuestro aislamiento, tuvimos una breve experiencia con el Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario (CRIR), en conjunto con camaradas del Freedom Socialist Party (FSP) de los Estados Unidos, el Partido Obrero Socialista (POS) de México y el Núcleo por el Partido Obrero Revolucionario Internacionalista (NUPORI) de República Dominicana. Nos retiramos de ese proyecto tras la reunión internacional de México DF en 2017, donde planteamos la importancia de estudiar y proponer acciones unitarias con otros reagrupamientos internacionales. Vimos que el POS-mx priorizaba un crecimiento lineal, acercando a grupos por afinidad, sin hacer discusión política a fondo, como fue el caso de los grupos argentinos que comparten un pasado común morenista, pero levantaban una política en apoyo a los bombardeos imperialistas en Siria, con la excusa de la solidaridad con el pueblo kurdo. Quizás tengamos que profundizar ese debate con paciencia y escucha mutua, pero en aquel momento nos pareció equivocado aglutinar organizaciones, sin poner la discusión política en primer lugar, a la vez que la negativa del CRIR a sondear el diálogo con otras corrientes.

En estos 43 años el PRT ha sido parte indisoluble de las luchas obreras, estudiantiles, feministas, comunales, por vivienda digna, agrarias, ambientalistas. Más allá de nuestros errores, carencias contratiempos, podemos decir con orgullo que hemos vivido hasta ahora una trayectoria consecuente, mientras otras denominaciones de izquierda han desaparecido, han renegado o han capitulado.

En todo caso, nuestra actitud está muy lejos de ser autosuficiente y arrogante, consiste en recuperar nuestro legado, pero para proyectar e impulsar, sin ningún sectarismo, la urgente necesidad de articular a las y los luchadores radicalmente anticapitalistas, en un nuevo partido revolucionario, un paso superior en la batalla por la revolución socialista y la democracia obrera, a escala nacional, centroamericana e internacional.

Acá reside nuestra principal tarea como internacionalistas consecuentes, así seamos un pequeño puñado de revolucionarias y revolucionarios en el istmo centroamericano: colocar el reagrupamiento revolucionario internacional como prioridad militante.