Honduras: los juicios de Nueva York
Extracto de un artículo escrito por Tomás Andino.
UNA OPERACIÓN DE ATERRIZAJE SUAVE DE LA DICTADURA
Detrás del escándalo contra Zelaya y la acusación de la MACCIH contra la familia Hernández, hay una estrategia hilada desde el Departamento de Estado norteamericano, la OEA y la UE, que consiste en limpiar el camino para darle una salida política preventiva y no traumática a la crisis del régimen dictatorial de JOH, con el objetivo de evadir los escenarios de levantamientos populares recurrentes que impiden al capitalismo desarrollar sus procesos de explotación y saqueo.
¿En qué hechos se basa esta hipótesis?
Primero, el imperio no “suelta prenda” así nomás. Los documentos oficiales de la Corte de New York, aunque no son documentos propiamente “clasificados”, tampoco se reparten como confites; son protegidos como en cualquier juzgado serio, y cuando así lo requiere las condiciones del proceso, pueden ser editados en su presentación usando una cinta negra para ocultar nombres que se considere no conveniente divulgar.
Por tanto, la difusión de documentos de los juicios, sobre todo la exposición pública de información sensible y nombres de los principales personajes políticos de nuestro país no es un hecho fortuito, sino un acto hecho con cálculo político.
La imparcialidad en el manejo de información comprometedora no es una de las virtudes del Departamento de Estado norteamericano. Ese manejo obedece a las prioridades políticas de dicho gobierno en cada momento histórico.
Y aquí vemos tres momentos históricos diferentes en el caso del Estado de Honduras:
a) Momento del coqueteo de Pepe Lobo y JOH con Rusia, Brasil y Nicaragua (2010-2014). De esta época datan la investigación abierta en 2013 contra Callejas, JOH y sus ministros, y contra los Rosenthal, por parte de la Corte de NY.
b) Momento de realineamiento pro-gringo y consolidación de la dictadura (2015-2017). De esta época datan las revelaciones sobre los juicios a Pepe Lobo y su familia, y el requerimiento a Oscar Álvarez.
c) Momento de la transición hacia la salida de JOH (2018-2019). De esta época datan las revelaciones sobre su hermano Tony Hernández, su esposa Ana García y su cuñado y sus ministros más cercanos (Ebal Diaz, Julián Pacheco).
Es decir que cada difusión de esos documentos obedeció al objetivo que el imperio buscaba alcanzar en cada uno de esos momentos.
Durante la administración Obama y la mayor parte de la administración Trump, el gobierno de JOH gozó de un apoyo a regañadientes. Nunca ha sido un narco gobernante de su confianza, pero es “su” narco-gobierno y no lo han sacado porque no habían tenido, hasta ahora, un sustituto o sustituta leal que tenga el mismo control férreo del Estado, y que obedezca sus órdenes, como él.
Este parcialismo a su favor fue evidente en varios momentos, tanto que hasta generó choques entre demócratas y republicanos. Cuando la Encargada de Negocios Heidi Fulton, avaló en persona el fraude electoral de noviembre 2017, y cuando el Departamento de Estado norteamericano se resistió a entregar a la Cámara de Representantes de Estados Unidos la lista de los funcionarios corruptos de Honduras, para aplicarles la “Ley Magnistky”, se produjo una fricción entre la congresista Norma Torres y Michael Richard Pompeo, Secretario de Estado por la cual la primera acuso a Trump de “encubrimiento”. [11]
Sin embargo, con la crisis protagonizada por la Plataforma de Defensa de la Salud y Educación, el régimen llego a su peor momento de aislamiento político y crisis, sostenido únicamente por la bota militar. El Pueblo estaba a diario en las calles, paralizando el país, reconstruyendo su tejido organizacional en plataformas locales, casi tocando el cielo de hacer real el Fuera JOH.
Desde entonces, el régimen de JOH, cada vez más hundido por las declaraciones en los juicios de New York, los escándalos de corrupción en el país y por el odio generalizado del Pueblo en su contra, se ha convertido en un aliado incomodo de Washington, porque con facilidad pierde el control del país, porque le genera ríos de migrantes sin control y porque en tiempos de campaña electoral en Estados Unidos, es un estorbo para la imagen de Trump a la Presidencia y un potencial motivo de “empeachment” (juicio político) de parte de los demócratas. De tal manera que la estrategia norteamericana parece estar cambiando.
Todo indica que el Departamento de Estado seguirá continuar apoyando la permanencia de JOH en el poder temporalmente, porque no le interesa que sea derrocado por un levantamiento popular al estilo de lo ocurrido en Puerto Rico; pero en lo que queda de tiempo prepararán las condiciones para su salida en el proceso electoral de 2021.