(III) A OCHENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY
Bandera Roja está al servicio de la unidad de acción contra el Estado capitalista y sus agentes políticos y procura ser además una tribuna para el debate crítico y autocrítico del movimiento obrero – popular y la intelectualidad anticapitalista. En su sección de Opinión se publican artículos que no necesariamente reflejan la línea editorial del periódico digital, pero son contribuciones muy valiosas para la reflexión y el debate colectivo.
Reproducimos a continuación una serie de artículos publicados originalmente el año 2020 por el compañero Rogelio Cedeño Castro.
Tercera Parte
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.
Hoy hace ochenta años, en horas avanzadas del día 21 de agosto de 1940, falleció el revolucionario bolchevique León Trotsky, en la ciudad de México, como consecuencia de las graves heridas que le ocasionó el atentado, de que había sido objeto, el día anterior durante la tarde, en su casa de la calle Viena de Coyoacán, al ser atacado por su asesino, el catalán Ramón Mercader, (un agente de la GPU estalinista, quien por entonces se hacía pasar por Jacques Mornard o Frank Jackson, cuya verdadera identidad no fue descubierta sino hasta 1950, con la ayuda de testigos y un cuidadoso trabajo de la policía mexicana), con un piolet de alpinista, quien le infligió un fuerte golpe en su cabeza, lo que no le impidió lanzar un fuerte grito y enfrentar al atacante, lo que permitió su captura, las atenciones médicas que se le brindaron no impidieron su deceso, dada la seriedad de las lesiones sufridas.
Con este acto criminal culminaba el asedio político y mediático a que estuvo sometido el fundador el Ejército Rojo desde su llegada a México como asilado político, en enero de 1937, después del asilo que le otorgara el presidente Lázaro Cárdenas, quien envió el tren presidencial para recogerlo a su arribo desde Noruega, al puerto de Tampico, en el Golfo de México, donde lo recibió una delegación encabezada por la pintora Frida Kahlo, quien junto con el pintor Diego Rivera, quien había gestionado su asilo ante el presidente Cárdenas, lo acogieron en su famosa Casa Azul, de la calle Londres de Coyoacán, convertida por entonces en el escenario de una importante encrucijada histórica.
Su asesinato fue un hecho que estuvo precedido por un ataque armado a la Casa de León Trotsky, en Coyoacán, el día 24 de mayo de 1940, que fracasó estrepitosamente, un acto urdido por la GPU y militantes del PCM, junto con David Alfaro Siqueiros, el pintor quien al parecer actuaba también como un agente de la GPU, reclutado durante la guerra civil español, en la que tomó parte dentro de las llamadas Brigadas Internacionales. Con todo ese aparato, a la cabeza siempre, el asedio estalinista en México hacia el viejo líder (dirigido desde el Kremlin, con el concurso del Partido Comunista Mexicano y del sindicalista Vicente Lombardo Toledano) culminó con su asesinato, y también como un resultado colateral, con el exterminio de casi toda la dirigencia que había estado al frente de la revolución rusa de octubre de 1917, mucha de la cual había sido ejecutada por los pelotones de fusilamiento, como resultado de las “sentencias”, a las que dieron lugar los truculentos “Procesos de Moscú”, llevados a cabo durante los años de 1936, 1937 y 1938.
Como un elemento histórico de cierta importancia y que nos da una cierta perspectiva del grado de prepotencia hegemónica y autoritaria del Kremlin, incluso frente a la dirigencia de los partidos comunistas, si sus líderes se negaban a seguir sus directrices, tenemos el capítulo de la llamada “depuración del PCM”, en su obra ( TROTSKY EN MÉXICO y la vida política en tiempos de Lázaro Cárdenas (1937-1940)…la socióloga e historiadora mexicana Olivia Gall nos dice: “ En 1977, treinta y cuatro años después del asesinato de Trotsky y veintiuno después de la muerte de Stalin, Valentín Campa(entonces secretario general del PCM) dio en sus memorias testimonio de las razones de la depuración del PCM en marzo de 1940 ” (Valentín Campa, Mi testimonio. Memorias de un comunista mexicano, Cultura Popular, México 1978, pp. 161-164. Citado por Olivia Gall, op. Cit, P. 311). Sin embargo, este importante testimonio omite algunos nombres de los representantes del Comintern que estuvieron implicados (tanto en la depuración de los dirigentes Valentín Campa, Hernán Laborde y Rafael Carrillo por haberse negado a colaborar en el asesinato de Trotsky, como asimismo en la ejecución posterior del crimen).
La segunda guerra mundial ya estaba en curso, y las dos décadas de contrarrevolución transcurridas entre 1920 y 1940 (Olivia Gall, dixit), habían conducido a la humanidad a esa espantosa tragedia, como resultado del ascenso de Hitler al poder, un hecho que León Trotsky y otros líderes revolucionarios trataron de impedir, señalando la ceguera sectaria del aparato estalinista del Kremlin, con su línea de llamar “socialfascistas” a los socialdemócratas alemanes, lo que impidió una alianza decisiva de los dos partidos obreros de Alemania para enfrentar al nazifascismo, una fuerza que ya venía en ascenso, durante los primeros años de la década de los 1930.