La crisis de vivienda en El Salvador un análisis marxista
Nota del equipo editorial: Publicamos el artículo del camarada Roque Linares, del Bloque Popular Juvenil de El Salvador, pues nos parece de valor y utilidad para asumir la carencia de vivienda digna, a escala centroamericana, y la definición de una política revolucionaria al respecto.
En el capitalismo la clase trabajadora se ve privada de muchos derechos fundamentales, producto de la voracidad de la explotación de las burguesías en esta época imperialista. La vivienda es uno de esos derechos que a nivel mundial es un ejemplo de lo indigno e inhumano de las condiciones sociales que genera este sistema económico que está llevando a la gran mayoría de la humanidad al borde de la barbarie.
En nuestro país el problema de la vivienda salta a la vista y es un indicador de cómo el capitalismo convierte en objeto de lucro un derecho fundamental, solo basta ver las colonias del norte de San Salvador que se han convertido en verdaderos dormitorios de la clase trabajadora, donde se vive toda clase de miserias en los servicios básicos, inseguridad y violencia.
No muy lejos sucede todo lo contrario, en las zonas residenciales de la capital, en donde prácticamente vemos otro mundo, con colonias lujosas, edificios de apartamentos recién construidos, lugares con seguridad, y en donde nunca faltarán los servicios básicos como el agua.
Desde el marxismo revolucionario queremos explicar que el problema de la vivienda en El Salvador refleja las contradicciones entre las dos clases sociales fundamentales en el capitalismo: la clase trabajadora y la burguesía. Y que dicho problema no podrá ser resuelto sino se lucha en contra del capitalismo como sistema que pretende perpetuar las condiciones miserables de vivienda a las que son sometidas la mayoría de la clase trabajadora.
¿Cómo los clásicos del marxismo abordan el problema de la vivienda?
Los fundadores del marxismo revolucionario, Marx y Engels, dieron los primeros pasos en dar una explicación al porqué en el capitalismo la burguesía ha convertido este derecho en una mercancía que les genera ganancias millonarias. Veamos cuáles fueron esos aportes.
En los primeros años del nacimiento del capitalismo, después de la revolución industrial, la construcción de viviendas consistía en una producción limitada y a pequeña escala por un productor. Era un sector donde la acumulación de los medios de producción de los hogares se dispersaba entre muchos productores de pequeño tamaño. Marx nos explica que este proceso fue evolucionando:
“En cambio, en la era capitalista avanzada, en que se concentran en manos de unas cuantas grandes masas de capital y en que, además, aparece al lado de los capitalistas individuales el capitalista asociado (las sociedades anónimas), desarrollándose al mismo tiempo el sistema de crédito, sólo en casos excepcionales intervienen los contratistas capitalistas de construcciones por cuenta de los particulares. Su negocio consiste en construir bloques de casas y barrios enteros para luego lanzar las casas al mercado, lo mismo que ciertos capitalistas negocian con la construcción de ferrocarriles por contrato”.
Con el desarrollo de las grandes ciudades y con ello la industria moderna capitalista, miles de campesinos emigraron a vivir en los centros urbanos en busca de trabajo, y claramente la burguesía vio un negocio redondo en el área de la construcción. Quien mejor caracterizó las penurias a las que es sometida la clase obrera producto de esta industria de la vivienda, fue Federico Engels en su libro: “Contribución al problema de la vivienda”, donde demuestra que el problema de la vivienda no puede ser resuelto en el capitalismo.
A lo largo de la historia las mayorías siempre han sido sometidas a una vivienda en condiciones indignas, ya Engels lo menciona en su análisis, ubicándonos en qué consiste en la época del capitalismo moderno esta situación de penuria para la clase trabajadora asalariada.
“La llamada penuria de la vivienda, que representa hoy un papel tan grande en la prensa, no consiste en que la clase obrera en general viva en malas viviendas, superpobladas e insalubres. Esta penuria de la vivienda no es peculiar del momento presente; ni siquiera es una de las miserias propias del proletariado moderno a diferencia de todas las clases oprimidas del pasado; por el contrario, ha afectado de una manera casi igual a todas las clases oprimidas de todos los tiempos. Para acabar con esta penuria de la vivienda no hay más que un medio: abolir la explotación y la opresión de las clases laboriosas por la clase dominante. Lo que hoy se entiende por penuria de la vivienda es la particular agravación de las malas condiciones de habitación de los obreros a consecuencia de la afluencia repentina de la población hacia las grandes ciudades; es el alza formidable de los alquileres, una mayor aglomeración de inquilinos en cada casa y, para algunos, la imposibilidad total de encontrar albergue”.
Engels escribió este análisis en 1872, en una serie de artículos que se publicaron en el periódico Der Volksstaat (El Estado del pueblo), órgano central del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania. En esencia podemos ver que la cita anterior conserva su actualidad, ya que en pleno siglo XXI, los trabajadores seguimos sufriendo el mismo flagelo del mercado inmobiliario, en especial con los aumentos a los alquileres, y también el aumento de los precios para comprar una casa o apartamento por muy pequeño que este sea.
Al no poder acceder a alquileres baratos y créditos accesibles para comprar una casa, la clase trabajadora se ve en la penosa necesidad de aglomerarse en grandes colonias, de vivir en pequeños cuartos o casas que más parecen prisiones. En El Salvador no se tiene que ir muy lejos para ser testigos de esta realidad, lo vivimos día a día en las colonias populosas de Soyapango, Mejicanos, Apopa, y un largo etc.
Más adelante Engels menciona los cambios que genera el proceso de desplazamiento de la clase trabajadora del centro a las periferias de las grandes ciudades, creando estos núcleos de hacinamiento en pequeñas casas, mismo proceso con sus características propias se vivió en nuestro país.
“El resultado es que los obreros van siendo desplazados del centro a la periferia; que las viviendas obreras y, en general, las viviendas pequeñas, son cada vez más escasas y más caras, llegando en muchos casos a ser imposible hallar una casa de ese tipo, pues en tales condiciones, la industria de la construcción encuentra en la edificación de casas de alquiler elevado un campo de especulación infinitamente más favorable, y solamente por excepción construye casas para obreros. […]”
Esta situación que ya nos menciona Engels en su libro, es producto de la voracidad del capitalismo que históricamente queda demostrado que es un sistema incapaz de resolver el problema de la vivienda, en la actualidad, al igual que en la época de Marx y Engels, las empresas constructoras desarrollan sus proyectos con base a los intereses de lucro de los capitalistas dueños de ese sector, y no con base a las necesidades reales de vivienda de las grandes mayorías, la acumulación de grandes riquezas sigue por encima de los derechos humanos del pueblo trabajador, por lo tanto, la única salida que nos queda es luchar, y como bien lo plantea Engels: “Para acabar con esta penuria de la vivienda no hay más que un medio: abolir la explotación y la opresión de las clases laboriosas por la clase dominante”
La crisis de la vivienda en El Salvador golpea a la clase trabajadora
En un artículo anterior que publicamos en nuestra página web, planteamos lo siguiente en relación a esta crisis: “El problema de la vivienda abarca una serie de desafíos que el trabajador tiene que evaluar, por ejemplo, la ubicación del inmueble, el precio, lo burocrático de los trámites, las altas tasas de interés, y uno de los requisitos más problemáticos: las primas de los inmuebles que oscilan entre el 3.5 y 10 % del valor de una casa nueva. En la mayoría de los casos vemos cómo los trabajadores pagamos precios altos por las casas gracias a los créditos otorgados por el banco, y luego de plazos largos, hasta de 25 años, el inmueble adquirido lo hemos pagado hasta cuatro veces más de su valor original.
Una buena parte de casos, los trabajadores quedan doblemente endeudados al tener que hacer préstamos extras para pagar la prima de la vivienda otorgada, muchas veces en manos de agiotistas que son aves de rapiña para créditos al 10 % mensual. Las enormes ganancias van desde la gran acumulación de tierras y, claro, todo acompañado con la especulación de los precios para conseguir las máximas ganancias”
Esta realidad no ha cambiado, de hecho la situación se vuelve peor, ya que en los últimos meses los alquileres y precio de las casas han aumentado de precio, prácticamente se ha convertido en un privilegio el conseguir casa propia. El precio promedio de un alquiler está casi equiparado al sueldo mínimo, y el periodo de endeudamiento cuando se compra una casa, ronda entre 25 y hasta 30 años con altas cuotas.
Según un reportaje periodístico publicado recientemente: “Sólo el 1.5% de la población metropolitana puede costear vivienda en altura”, mientras tanto las empresas constructoras se llenan los bolsillos construyendo edificios de apartamentos de lujo que claramente sólo esa minoría perteneciente a la pequeña burguesía y a los sectores burgueses, la pueden pagar.
Para una familia promedio es casi imposible acceder a los créditos, incluso a los que ofrece el Fondo Social para la Vivienda, que claramente no están resolviendo el problema, más bien siguen ofreciendo las mismas ofertas de casas usadas y en mal estado, a eso hay que sumarle que no existe una política de construcción de viviendas para la clase trabajadora, dando paso a que la empresa privada defina cómo y qué se debe construir en materia de vivienda.
Según el reportaje: el 62% de las 430,000 familias que habitan el Área Metropolitana de San Salvador, no pueden pagar más de $14,000 por una casa. Esta cifra confirma la crisis de vivienda que sufre la mayoría de la clase trabajadora en nuestro país, condenada al hacinamiento que según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) del año 2020, un 39.8% de hogares a escala nacional viven en condición de hacinamiento.
La lucha por una vivienda digna
Siguiendo la lógica neoliberal capitalista, la solución a la crisis de vivienda no vendrá del gobierno, mucho menos de la empresa privada que controla el sector de construcción, para el conjunto de la clase trabajadora salvadoreña el derecho a una vivienda digna debe ser una consigna de lucha, que permita la organización y movilización para exigir vivienda digna y a bajo precio para los trabajadores y las trabajadoras.
Esta lucha por la vivienda es una lucha esencialmente en contra del capitalismo, porque sólo acabando con el sistema capitalista se podrá resolver de raíz esta crisis de vivienda. Por eso, ante la mafia del sistema de producción capitalista, debemos luchar por la alternativa socialista, que es la planificación económica. La vivienda no debe ser un negocio, debe ser un derecho, una obligación del Estado proveerla a la clase trabajadora que la necesita, y no como en el Estado capitalista en que vivimos, que prima a las especulaciones y negocios mafiosos de los capitalistas.