MARXISMO Y ECOSISTEMA GLOBAL
Nota del editor: A continuación presentamos una contribución al debate escrito en enero de 2019, sobre los conceptos de medio ambiente y la necesidad de una perspectiva revolucionaria en las luchas ecologistas.
Enero de 2019
MARXISMO Y ECOSISTEMA GLOBAL |
1) UNA ACLARACIÓN PREVIA: ¿PORQUÉ ES MEJOR UTILIZAR EL TÉRMINO ECOSISTEMA GLOBAL QUE MEDIO AMBIENTE?
Por la sencilla razón de que medio ambiente deviene de una visión antropocéntrica, occidental utilitaria, que separa al ser humano del mundo natural del que forma parte indisoluble. No enfatiza en que estamos hablando del hogar planetario de una gran variedad de formas de vida en relación simbiótica. Por eso preferimos utilizar el término escosistema global, o ecosistemas en cada caso específico.
2) CONSIDERACIONES PREVIAS SOBRE MARXISMO
El marxismo, adopta la lógica dialéctica de Hegel, pero dándole una base materialista histórica; en consecuencia, tiene como premisa fundamental la contradicción que explica el decurso del cambio, del movimiento en el Universo, y en consecuencia, a escala de la sociedad, el conflicto social es el motor de la historia. No obstante, como el marxismo no es un dogma pétreo, estamos ante la necesidad de precisar los debates que corresponde hacer en ese marco.
Para nosotros el marxismo es una ciencia abierta y en permanente cambio, tal como ocurre con la realidad y en consecuencia, eso incluye al marxismo mismo. No creemos en verdades absolutas, el marxismo es una elaboración colectiva, con marchas y contramarchas, aciertos y errores, que resume la experiencia centenaria de las y los explotados y oprimidas por su emancipación. Trotsky, sin duda, hace colosales innovaciones teóricas y programáticas, por ejemplo: la ley del desarrollo desigual y combinado, la teoría programa de la Revolución Permanente y la caracterización sociológica y el combate contra la burocracia que degenera el incipiente estado obrero soviético.
Los geniales Marx y Engels, a diferencia de Lenin y Trotsky, no pudieron, no podían, prever el desarrollo de la fase monopolista del imperialismo capitalista que no experimentaron en su tiempo, y erróneamente supusieron que la revolución se daría primero en los países más industrializados. Pero como diría Hegel “la astucia de la razón” hizo que las revoluciones se suscitarán primero en los países más atrasados, eslabones más débiles de la cadena mundial en la fase de la decadencia imperialista y dominio feroz de los monopolios, fase que tan bien explicó Lenin.
Pero nuestros maestros y maestras, no son dioses omnipotentes. Trotsky se equivocó cuando propuso la militarización de los sindicatos en medio del comunismo de guerra. Lenin promovió una operación militar desastrosa que fue la fallida invasión a Finlandia contra el general Pilsudsky. Alexandra Kollontai fue visionaria precursora en la lucha contra la naciente burocracia soviética, encabezando la Oposición Obrera, pero luego capituló y sucumbió al stalinismo. Gramsci, murió defenestrando la teoría de la revolución permanente de Trotsky, pero aportó contribuciones al marxismo que no pueden ser desdeñadas, como la noción de bloque en el poder, hegemonía y sujeto popular complejo, por ejemplo. Durruti, anarcosindicalista, estuvo más cerca del programa del trotskismo en la guerra civil española, que lo antiguos militantes de la Oposición de Izquierda agrupados en el POUM, encabezado por Andreu Nin. La comunera anarquista Louise Michel, a pesar de confrontar la teoría marxista en la cuestión del Estado y la transición del capitalismo al comunismo, fue una revolucionaria ejemplar toda su vida, que se enfrentó duramente al machismo de Proudhon. El partido espartaquista alemán, encabezado por la maravillosa Rosa Luxemburgo, consecuente combatiente contra la traición socialdemócrata, llevó al fracaso el Soviet de Berlín de 1919 y a su propio fusilamiento, por no adoptar en la práctica el centralismo democrático bolchevique, lo que los dejó a merced de la contrarrevolución burguesa. Así que, para empezar, una cuestión de método: no hacemos altares ni exégesis de libros, citas y autores. Somos revolucionarias y revolucionarios para quienes sin teoría no hay práctica revolucionaria, del mismo modo que sin práctica revolucionaria no hay teoría revolucionaria, de acuerdo a la célebre frase de Lenin.
3) LOS CONFLICTOS MOTRICES EN EL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI. LOS TRES EJES DEL CONFLICTO SOCIAL: ¿HACIA UN PROYECTO ECO-FEMI-SOCIALISTA?
Gran parte del marxismo ha reducido el conflicto social a la lucha de clases, tomando al pie de la letra el primer párrafo del primer capítulo del Manifiesto Comunista, sin considerar la nota al pie posterior de Engels que aborda la prehistoria y el matriarcado que antecede a la sociedad de clases.
No obstante, siendo completamente acertada la centralidad de la lucha de clases para explicar el devenir de la historia, hay otras esferas del conflicto social que se articulan dialécticamente al conflicto de clase, que no pueden ser desdeñadas o separadas mecánicamente, sino que más bien son cosubstanciales, claves, que explican cómo se entretejen las contradicciones cada vez más brutales del capital, y desde una perspectiva transformadora, son vitales para articular el sujeto social y político del cambio revolucionario.
El conflicto de clase, así como la opresión de las mujeres y la población LGBQTI, tienen ambos como piedra de toque original la instauración de propiedad privada de los medios de producción en manos de una minoría de patriarcas explotadores. Pero mientras el surgimiento de explotados y explotadores se da en el ámbito de las relaciones de producción, (en el caso del capitalismo referimos a la relación de explotación entre el capital y el trabajo asalariado); por otra parte, el patriarcado, con su secuela de misoginia y lesbo-trans-homofobia, opera en la esfera de las relaciones de reproducción (para garantizar la esclavitud doméstica de las mujeres y el derecho de herencia de los patriarcas explotadores).
No se pueden revolucionar las relaciones de producción, colectivizar los medios de producción como proponían Marx y Engels, sin revolucionar también, al mismo tiempo, las bases de su reproducción, es decir, sin transformar la familia nuclear, acabando con la esclavitud doméstica y el heterosexismo compulsivo.
Pero hay además un tercer eje del conflicto social que cobra cada vez mayor urgencia. Nos referimos a la contradicción entre la expansión sin límites de las fuerzas productivas (que se transfiguran en destructivas), que recrudece el capital y conduce a una galopante destrucción del ecosistema global. Este conflicto no se suscita ni en las relaciones de producción, ni en las relaciones de reproducción, tiene que ver con el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, con el tipo de la tecnología y el aparato productivo, en general, con el efecto mortal de la producción del sistema capitalista con el ecosistema global. La creciente amenaza de ruptura del equilibrio ecológico apunta a un escenario catastrófico –el calentamiento global entre los más descollantes– que pone en peligro la supervivencia misma de la especie humana. Enfrentamos una crisis de civilización que demanda un cambio radical.
Si queremos derrotar el cáncer capitalista que nos corroe y construir una sociedad nueva, emancipada de toda opresión, nuestra programa debería, entonces, ser un proyecto integral que podríamos llamar eco-femi-socialista.
Pero advirtamos que lo anterior no es un llamado al eclecticismo postmoderno, diletante, que rebaja a fraseología los pilares puestos a prueba una y mil veces por el marxismo, tales como la más férrea independencia de clase. La observación anterior tiene que ver con la necesidad perenne de actualizar el contenido programático o propositivo del proyecto revolucionario en el siglo XXI, concebido alrededor de lo que concebimos como las tres grandes contradicciones del capital.
Sin embargo, ello no nos resuelve un elemento acuciante, que tiene que ver con que el marxismo es una ciencia crítica y militante. Es decir, debemos tener claro que si el objeto de nuestra milenaria batalla es la transformación de una sociedad cada vez más brutalmente depredadora e injusta, ¿dónde está el sujeto capaz de transformarla en un sentido emancipatorio?
Lo anterior nos plantea un problema cardinal. Esto es, nos plantea cómo se resuelven las álgidas contradicciones, en el estadio histórico concreto en el que habitamos, y valorar si actuamos en consecuencia, tomando en cuenta que las relaciones de explotación y opresión, erigen sus bases materiales en las estructuras de producción, reproducción y fuerzas productivas de una capitalismo en mórbida decadencia.
Pero, no obstante, la solución de estos conflictos estructurales, materiales, (que son el motor de la Historia) corresponde enteramente al plano de las condiciones subjetivas, de la conciencia, de la hegemonía cultural y la voluntad colectiva, cuyo territorio de guerra cotidiano es la política y en el que nada está escrito en piedra.
Desde luego, en nuestro caso, la política la ejercitamos para destruir al Estado que ampara y sostiene esas relaciones de producción, reproducción y fuerzas productivas que tienen cada vez más necrotizado a nuestro desorden social y al metabolismo planetario.
4) LAS BASES Y EL PROGRAMA MARXISTA EN DEFENSA DE LA VIDA EN EL PLANETA
“Los «responsables» del planeta —multimillonarios, dirigentes, banqueros, inversores, ministros, parlamentarios y todo tipo de «expertos»— motivados por la limitada y miope racionalidad del sistema, obsesionados con los imperativos de crecimiento y de expansión, con la lucha por las partes del mercado, con la competitividad, los márgenes de beneficio y la rentabilidad, parece que obedecen al principio proclamado por Luis XV: «Después de mí, el diluvio». El diluvio del siglo XXI corre el riesgo de adoptar la forma de una subida inexorable de las aguas, como el de la mitología bíblica, ahogando bajo sus olas las ciudades costeras de la civilización humana”.
Löwy Michel. (“Ecosocialismo: La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista” https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/9788499405032.pdf )
Aunque con Löwy, dirigente del llamado Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, tenemos muchas discrepancias políticas, nos parece que la cita anterior expresa con mucha claridad la ceguera y la carrera hacia el abismo al que nos conduce la opulenta clase capitalista mundial.
Por otra parte, es preciso advertir que sobre todo en Europa y Estados Unidos, corrientes directamente burguesas como el “capitalismo verde”, se limitan a plantear la sustitución de los combustibles derivados de la energía fósil, por otras fuentes de energía, como la eólica, solar, hidroeléctrica, geotérmica, e incluso nuclear, sin trastocar el sistema capitalista, corrientes con bases pequeñoburguesas (como se ha visto con la participación de los “Verdes” en gobiernos burgueses de todo tipo), mismas que han levantado una ideología anti-socialista, que separa la lucha medio ambiental del terreno de la lucha de clases y la necesidad del socialismo, sobre la base falsa de que en el pensamiento de Marx y Engels, en última instancia, apunta a la necesidad del progreso ilimitado de las fuerzas productivas para trascender el capitalismo, sin mayor preocupación por sus efectos sobre la naturaleza.
5) EPÍLOGO
Hoy el daño a la vida en la biosfera es de tal magnitud, que es probable que nuestro movimiento tenga que realizar en los próximos años una revisión de la consigna formulada por Nahuel Moreno: “Socialismo u Holocausto”, porque sin duda la amenaza central para la sobrevivencia de la Humanidad hoy es el proceso de destrucción de la naturaleza. Ante esta realidad para nada es exagerado plantear la reformulación de esta consigna como “Socialismo o Extinción”