(VI) A OCHENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY
Sexta parte de una aproximación al tema.
Por Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.
Habiendo pasado tanto tiempo desde que el agente de la NKVD-GPU, el catalán Ramón Mercader del Río, oculto bajo dos identidades falsas, un hombre que para cometer ese crimen había sido condicionado hasta para olvidar la suya, tal y como se muestra, de manera admirable, en las páginas de la novela EL HOMBRE QUE AMABA LOS PERROS del laureado escritor cubano Leonardo Padura, se preguntarán los lectores más desaprensivos o alérgicos a los análisis históricos o sociológicos del caso, el motivo o el ¿ por qué seguimos escarbando en los entretelones de un hecho criminal y violento en sumo grado, yendo más allá de las cronistas periodísticas que aparecieron, en aquel tiempo, tanto en México, como en otros países del entorno como los EEUU y algunas naciones europeas? Pues bien, valga insistir en que ese hecho ocurrido en la residencia de León Trotsky, en la calle Viena de Coyoacán, no fue en modo alguno un hecho aislado, reductible a las circunstancias puramente locales del México cardenista de los finales de los años treinta.
Si bien es cierto que con el asesinato de León Trotsky culminó, de manera formal, la liquidación de casi toda la vieja guardia bolchevique con el enjuiciamiento y ejecución posterior de los compañeros de Lenin, durante el segundo y el tercero de los procesos de Moscú, de 1937 y 1938, habiéndose llegado en el interregno entre ellos, a humillar mediante la tortura a muchos de ellos para que cambiaran sus declaraciones iniciales frente al tribunal, lo que resultó monstruoso en el caso de Nikolaí Bujarin (1888-1938), el connotado ideólogo de la oposición de derecha bolchevique y gran rival de León Trotsky(que entonces encabezó la llamada oposición de izquierda bolchevique) durante los debates que se dieron todavía, al interior del partido, durante la década de los 1920, de tal manera que: “ Tres meses antes del apertura del proceso (el que tuvo lugar en marzo de 1938), el 10 de diciembre de 1937, Bujarin, el principal acusado, propuso desde las profundidades de su celda un extraño trato a Stalin: que éste lo dejara con vida y lo enviara en misión a América. “Emprenderé una campaña sobre los procesos, libraré una lucha a muerte contra Trotsky, lograré a adhesión de grandes sectores de la INTELLIGENTZIA que vacilan, seré en los hechos el anti Trotsky y cumpliré esta tarea con generosidad y entusiasmo.” Incluso sugiere que Stalin le designe como acompañante a un miembro calificado de la NKVD.
Y Stalin verá, concluye, “como le rompo la jeta a Trotsky” (…).En su desesperación, Bujarin, pese a conocer bien a Stalin, no comprende que éste no podrá considerar ni por un segundo un solo debate sobre los procesos. La única campaña es la reiteración de los eslóganes y las vociferaciones de Vyshinski” (Jean Jacques Marie TROTSKY Revolucionario sin fronteras Fondo de Cultura Económica México Primera edición en español 2009 p. 516) Este último, un antiguo menchevique, convertido en fiscal de los procesos de Moscú, tendrá hasta el elogio del embajador de los EEUU, Joseph Davies, en la capital soviética, con el que departía frecuentemente, será quien valide lo que llamó “ el proceso Trotsky-Radek” de 1937, según afirma Jean-Jacques Marie(Francia, 1937), un profesor de letras clásicas, licenciado en historia y lengua rusa y uno de los mayores especialistas en historia de la Unión Soviética y el comunismo (opus cit p. 495). ¿Quién podría imaginarse, cuando han pasado tantos años de aquel período tan sombrío de la historia contemporánea que, desde la Casa Blanca en la persona de su embajador y de otros personajes, al parecer “políticamente correctos”, dentro de ese medio social y político, se avalara de una manera tan abierta, uno de los más siniestros actos y crímenes del totalitarismo estalinista? Desde luego que Bujarin, Tomski y muchos otros terminaron sus días frente al pelotón de fusilamiento, antes de concluir el año de 1938.