(X) A OCHENTA AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY
Décima y última parte de una aproximación al tema.
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.
No había transcurrido ni un año después del asesinato de León Trotsky, por parte del aparato terrorista de Estado dirigido desde del Kremlin, cuando el 22 de junio de 1941 la maquinaria militar alemana atacó a la Unión Soviética, dando lugar a una horrorosa confrontación bélica, agravada por la “sorpresa” del ataque y con un Ejército Rojo muy debilitado por las purgas estalinistas de 1938, donde muchos de sus mandos y cuadros más calificados fueron fusilados, mientras que otros permanecían en prisión, o en el destierro interior. En sí misma, la Operación Barbarroja dispuesta por los nazifascistas alemanes no fue tan sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta que tanto Richard Sorge, desde la capital japonesa, como la inteligencia soviética en Alemania (los de la famosa Orquesta Roja) habían prevenido a Stalin de la inminente invasión alemana, unos avisos que ignoró de manera criminal e irresponsable, siendo unos hechos que agravaron, de manera desproporcionada los sufrimientos de la población soviética, la que pagó un alto precio durante los dos primeros años de un conflicto armado, el que sólo empezó a ser revertido, a principios de 1943, con el agravante de que el déspota georgiano les ordenó a los soldados soviéticos no rendirse ante la Wehrmacht alemana, a pesar de las condiciones desesperadas en que se encontraron muchas veces, especialmente durante la segunda mitad de 1941, por la irresponsabilidad de los altos mandos del Kremlin, la que condujo a la pérdida de ejércitos completos en Ucrania y en Crimea, donde la marina soviética pagó un alto precio por defender Sebastopol.
Esa guerra estuvo caracterizada por una despiadada lucha sin cuartel, donde el aniquilamiento del adversario era la norma, y la población civil era tratada sin ningún miramiento, como si no fuesen seres humanos, precipitándola en una inmensa tragedia que se saldó con millones de víctimas, e innumerables sacrificios para las gentes de los pueblos, que conformaban entonces esa federación soviética, establecida en 1922. A la brutalidad e inmensa destrucción ocasionada por los hechos bélicos se sucedieron las ejecuciones masivas de judíos en Ucrania y en Bielorrusia, por parte de la SS hitlerianas, unas repúblicas dentro de cuyas poblaciones los judíos conformaban un contingente importante, la pesadilla de horror se desató no solo en la localidad Babi Yar (la que dio el nombre a un célebre poema de Yevgueini Evtuschenko, escrito durante los años sesenta).
Durante casi cuatro años los pueblos de la Unión Soviética, que ya venían de sufrir las purgas políticas y las hambrunas de los años treinta, las que dieron lugar a millones de víctimas, sufrieron no sólo la agresión inaudita del fascismo alemán, sino también la continuada vigilancia y represión interna de los comisarios políticos de la NKVD, como una desgracia adicional, tal y como nos lo cuenta la escritora rusa contemporánea Lyuba Vinogradova en su obra “LAS BRUJAS DE LA NOCHE En defensa de la Madre Rusia Pasado Presente Barcelona abril 2016”, donde se destaca el heroico comportamiento de las pilotos soviéticas durante lo más crudo del conflicto armado, a pesar de sistemático hostigamiento de la NKVD. Los estalinistas no sólo habían eliminado a la vieja guardia bolchevique, un proceso que terminó con el asesinato de León Trotsky hace ya ochenta años, en plena Segunda Guerra Mundial, sino que descabezaron al Ejército Rojo el que se vio en una clara desventaja frente al aparato militar alemán, desplegado a partir del 22 de junio de 1941. Con todo esto culminaban los años de la “contrarrevolución permanente” con sus amargos frutos, la que fue emprendida por José Stalin, y su maquinaria burocrática del terror, para dar al traste con la utopía más importante del siglo anterior, ojalá y aprendamos algo de la historia…